¡Marzo! ¡Se acaba en breve el invierno, empieza la primavera, seguimos haciendo cosas! ¡Pocas, muchas, depende!
Empecemos con un breve repaso al frío/calor de estos días: ha hecho frío. Mucho. Mucho, mucho. Tanto, como para que el cultivo de desinformados climáticos (pocos) o malintencionados petrolófilos (más) haya sido bastante abundante. ¡El atontao climático, el único mamífero que prospera con el frío!
Sin embargo, recordemos que esto ya pasó hace mes y medio y ya lo explicamos. Efectivamente, tiene pinta de que el cambio climático también es (parcialmente) responsable del frío extremo de estos días:
La zona azul es una región de bajas presiones, que normalmente (imagen de la derecha) está confinada al polo norte y alrededores (como mucho baja hasta una latitud de 60 grados). La latitud de Oslo, por ejemplo. Esto se debe a que en la capa superior de la troposfera hay permanentemente vientos muy fuertes (la corriente de chorro) circulando de oeste a este. En invierno, estos vientos son tan intensos que aíslan el aire frío en esa región. Sin embargo, si esta corriente se debilita, tenemos lo que se ve en la imagen de la izquierda: meandros, desplazamientos del aire frío a latitudes más bajas y de aire cálido a latitudes más altas. En lo que respecta al debilitamiento del vórtice polar (que ha ocurrido otras veces, la última vez que fue tan llamativo fue en 2014) y aunque hace falta más estudio, parece que el calentamiento del Ártico lleva a que disminuya la diferencia de temperatura entre el Atlántico y el polo, debilitando la corriente de chorro y, por tanto, permitiendo estas excursiones del aire frío a nuestras latitudes.
¿Lo habéis guardado todas para responder al próximo listillo que venga a hacer la gracia de “no vendría mal un poco de cambio climático”? Seguimos. Ha dejado de nevar y ahora llueve. ¡Bienvenida sea la lluvia! No nos liquida la sequía, pero de algo sirve.
Por desgracia, además de para aliviar muy ligeramente el déficit de agua que arrastramos, también ilustra uno de los problemas a los que nos enfrentamos con el aumento del nivel del mar: tormentas capaces de hacer mucho más daño, ya que estado base, el nivel medio del agua, es más alto. De forma que la ola que antes llegaba hasta el borde del paseo marítimo, ahora salta por encima de la barrera y se carga el chiringuito. Aquí está mejor explicado.
¿Y qué estamos haciendo nosotros? Pues lo que podemos. De momento, publicar este artículo sobre refugiados climáticos, escrito por Lidia Márquez García, que además de servir de introducción a uno de los problemas sociales que definirán el siglo XXI da bastantes enlaces para ampliar información.
Contra el diluvi neix com un modest intent de contribuir a un moviment contra el canvi climàtic i les seves conseqüències. Per a això ens proposem donar a conèixer les conseqüències socials del canvi climàtic entre les persones i col·lectius interessats en els moviments socials existents, mitjançant la producció i traducció de materials escrits, l’organització de xerrades i debats i la recopilació d’informació sobre el canvi climàtic i els seus conseqüències socials d’una manera accessible però rigorosa.
Tenim tasca.
Además, el 19 de marzo (dentro de la semana de la ciencia crítica en la Universidad Autónoma de Madrid, hora y lugar por confirmar), un miembro del colectivo dará una charla titulada Espíritu de 2025: la revolución contra el cambio climático. Pronto os contaremos más de esto.
¡Y ya está! ¡Unas fotos terroríficas para despedir la semana!