El 20 de junio de 2020 se midió una temperatura de 38 grados en Siberia, en concreto en Verkhoyansk, ciudad situada en la parte septentrional de la República de Sakha (Yakutia), dentro del círculo polar ártico. Esta temperatura aumentaba hasta los 45 grados si la medición se realizaba en el suelo y no en el aire. ¿Es algo extraordinario? Completamente, es el día más caluroso registrado en la región desde que empezaron a tomarse medidas, en 1880. Es, además, el punto culminante de una intensa ola de calor en Siberia.


Vivimos en el futuro: la Siberia de fin de siglo, ahora ante nosotros

¿Es esto inesperado? No del todo: los días cálidos no son impensables en la Siberia ártica: al fin y al cabo, tienen 24 horas de insolación diaria durante semanas o meses, y aunque la incidencia solar no sea tan directa como en latitudes más meridionales, la energía se va acumulando a lo largo de los días. Además, durante largos meses la circulación atmosférica sobre Siberia es tranquila: el anticiclón siberiano da lugar a largos periodos de cielos claros, que favorecen la insolación. Esto produce días puntuales de altas temperaturas, como los 37.3 grados que ya se registraron en Verkhoyansk en 1988.

Sin embargo, en esta ocasión las altas temperaturas no han sido cosa de un día: a lo largo de toda la primavera de 2020 ha hecho muchísimo calor en la Rusia ártica. En abril se mantuvieron temperaturas siete y ocho grados por encima de lo normal durante semanas, y en mayo las temperaturas superaron en diez grados lo normal en la región. Las proyecciones climáticas indicaban que este tipo de olas de calor serían esperables para la década de 2100, no para 2020.

 

Anomalía de temperatura sobre Asia a 26 de junio de 2020. Funte: Climate Reanalyzer.

¿Cuáles son las causas de esta situación? ¿Qué tiene que ver el cambio climático?

La principal causa es meteorológica: la región siberiana ha estado bajo la influencia de anticiclones permanentes y extensos, que han permitido que las temperaturas fueran más suaves de lo habitual. Estos anticiclones impiden la llegada de aire frío desde el polo norte, por lo que la bolsa de aire cálido situada sobre Siberia no afloja.

Pero este patrón meteorológico se ve reforzado por dos factores relacionados con el cambio climático: por un lado, la ausencia de nieve debido a un invierno suave. Al haber menos nieve (que tiene un albedo alto), la superficie terrestre absorbe más radiación solar, y el calentamiento se exacerba. Por otro, las regiones árticas son la que más rápido se están calentando del planeta. Esto se debe a la llamada amplificación ártica: al calentarse, el hielo y la nieve se derriten y dejan al descubierto agua y tierra. Estas, en general de tonos oscuros, absorben más radiación solar, y el hielo se derrite más rápido. Por eso ahora la temperatura base es sensiblemente más elevada que hace décadas, de forma que las olas de calor como la que nos ocupa son, a su vez, mucho más intensas.

Anomalía de temperatura global para abril de 2020. Funte: Climate Reanalyzer.

¿Qué consecuencias puede tener esta ola de calor?

Los efectos de las olas de calor varían de región a región, y en Siberia son bastante particulares, y preocupantes. Por un lado, permiten la reactivación de los llamados incendios zombies o latentes, fuegos que permanecen semiapagados bajo la superficie durante el invierno, quemando la materia orgánica atrapada bajo el permafrost, y que se activan cuando suben las temperaturas. Esto puede dar lugar a lo que ya hemos visto en los últimos años: incendios forestales que duran semanas. A su vez, producen inmensas nubes de humo y ceniza, lo que afecta al albedo de la tierra e intensifica el calentamiento.

Pero lo peor es el efecto en el permafrost, la capa de suelo congelado que forma gran parte de la superficie terrestre en Siberia. El que la temperatura supere durante semanas los cero grados centígrados tiene consecuencias inmediatas, y otras probables a medio plazo. Las probables son la liberación de gas metano, un gas de efecto invernadero cuyo efecto se sumaría al de la acción industrial. De momento, la descongelación de esta tierra helada está teniendo consecuencias, paradójicamente, para la industria fósil: en Rusia, una refinería de gasoil se ha hundido parcialmente al ceder el suelo sobre el que se situaba, y ha producido un vertido de miles de litros al océano ártico.

Todo esto, además de poner en cuestión el lugar común de que Rusia podría beneficiarse del cambio climático, ha hecho que el gobierno ordene una revisión de toda la infraestructura situada sobre terreno fundible. No sería mal homenaje a los científicos soviéticos pioneros en el estudio del cambio climático y a sus pensadores ecologistas el que sus herederos empezaran a tomarse en serio la amenaza que supone el calentamiento ártico, tanto para los países ribereños como para el resto de los habitantes del planeta. La crisis climática tiene muchas formas, y la ola de calor en Siberia es una de sus manifestaciones más evidentes.