[Esta es una de las entrevistas que realizamos en el marco del libro colectivo La conquista del espacio, que puedes descargar íntegro en pdf aquí, o ver poco a poco aquí].
Cristina: Vivimos en un entorno urbano, pero la ciudad de Murcia está pegada a su huerta, que es un entorno más rural que está siendo absorbido por la ciudad.
María: Soy de un pueblo de la Huerta, entre los motivos para venir a vivir a Murcia están que en mi pueblo no hay servicios, ni hay vivienda de alquiler. Para vivir en mi pueblo tienes que comprarte un piso o una casa. No hay vivienda de alquiler.
Cristina: Yo vivía en Madrid, vine a Murcia porque pensaba que me iban a llamar de las listas de interinos de educación, aunque luego tardaron un año y algo en llamarme. Las dos vivimos en Murcia, pero ninguna trabaja en la ciudad de forma permanente. Yo soy itinerante, este año estoy trabajando en una pedanía de Murcia, que es una zona rural de dentro de Murcia. Desde mi instituto en media hora andando puedes llegar al centro.
María: Trabajo en mi pueblo, cada día vuelvo a mi pueblo, que está a seis kilómetros y medio de mi casa, en un entorno rural. Aquí la línea entre lo rural y la ciudad es muy difusa, porque la ciudad ha crecido tanto que se ha ido comiendo la huerta y las pedanías rurales. La gente que vive aquí se sigue considerando de pueblo o barrio, pero han perdido su entorno rural, al construirse en la huerta. De modo que está gente vive como en una especie de barrio, a medio camino entre la ciudad y el pueblo. Pero siguen siendo de pueblo, porque todavía no han pasado los años suficientes como para que se pierda la identidad. Se han hecho macro avenidas que unen pueblos como Puente Tocinos con la ciudad y se llevó por delante muchísima huerta, de modo que tienes a un lado de la avenida un pabellón de deportes, un Carrefour y muchísimas rotondas a cada cual más horripilante. Es decir, al ir por la avenida a la derecha está Murcia y a la izquierda hay una serie de pueblos y barrios.
María: Aquí el transporte público solo existe hacia el centro de la ciudad. Es impensable ir a una pedanía en transporte público, si no quieres invertir más de dos horas en desplazarte. Es decir, todas las actividades que se hagan en el centro de la ciudad se pueden hacer en transporte público: taxi, tranvía, autobús, o puedes ir andando. De hecho, es muy curioso que para el transporte público siempre existe la opción de andar. Pero en esta ciudad no hay alternativa para los desplazamientos que hay que hacer en coche. Ni siquiera puedes combinar el caminar un rato y luego coger un autobús, si no quieres invertir más de hora y media en desplazarte distancias de más de seis o siete kilómetros.
El problema de Murcia sigue siendo que hay una dependencia total hacía el centro, en ese sentido sigue siendo una ciudad tan de provincias que muchos servicios públicos, mucho ocio está tan al centro de la ciudad que al final todos vamos al centro de la ciudad, y el transporte solo existe hacía el centro de la ciudad.
Cristina: Desde mi punto de vista, que vine directamente desde Madrid a Murcia, los murcianos cogen el coche para todo, la cultura del coche es total y se va en coche a absolutamente a todas partes. Pocas son las personas que van a un sitio andando y el uso del transporte público es algo residual. Yo sí que voy andando al centro, porque me gusta andar y también existe un servicio de bicicletas públicas que cuesta cuarenta y seis euros al año. Pero muchas veces las bicis no funcionan o no funciona la estación, en muchas zonas tampoco hay estaciones, solo existen en el centro de la ciudad, en Murcia ciudad. No puedo ir ni al polideportivo en bicicleta.
Yo que venía acostumbrada al metro, la gente se echaba las manos a la cabeza cuando ponía que iba a tardar siete minutos, aquí no sabes cuándo va a llegar. En teoría tiene que llegar a una hora, pero puede llegar un cuarto de hora más tarde, o cinco minutos antes. Y no sabes cuándo va a llegar, tú estás en la parada esperando a ver si va a pasar el autobús. A partir de las nueve de la noche hay muchos menos autobuses y en general está muy mal organizado. Por ejemplo, yo vivo en una de las arterias de la ciudad, en una de las zonas en expansión, con familias jóvenes y niños. Pero si yo quiero ir a la estación de tren que está en coche a diez minutos, una cosa que tuve que hacer hace unos años, cuando trabajaba en Lorca e iba en tren, era ir en bicicleta a la estación. Porque la combinación de horarios que tenía con el autobús era una locura, y eso contando con que el autobús pasase a su hora.
Todo lo que no sea el transporte público hacía el centro es caos y no te lo puedes plantear para el día a día. En Murcia la gente está deseando cumplir dieciocho años para sacarse el carnet. Ahora al menos el acceso a la universidad es algo mejor con el tranvía, que se construyó para la Universidad Católica de Murcia, la UCAM, y ya de paso llegaba a la pública también.
María: De mi pueblo a Murcia hay solo una línea de autobús, la misma que hace treinta y nueve años, probablemente la misma que hace cuarenta y cinco años, y continúa con la misma frecuencia. De modo que en mi pueblo nadie va en autobús a la ciudad, a no ser que seas estudiante, no tengas prisa o estés jubilado. El resto no se lo puede plantear.
Cristina: No solo entre pedanías, incluso en los autobuses que van hacía el centro los fines de semana las frecuencias de paso son de una hora, eso teniendo en cuenta que vivimos en una de las principales arterias de la ciudad y el tranvía tampoco te deja en el centro. A la compra, el médico y demás vamos en coche.
María: Paso al día dos horas en el coche, para ir al trabajo, ir al gimnasio, comprar algo… Odio conducir, pero me paso la vida en el coche. A mí me ayudaría mucho no tener un horario partido de trabajo. Porque como en el trabajo sola o porque me voy a casa de mis padres. Porque si tuviera que hacerme todos los trayectos trabajo-casa del día me pasaría más de dos horas en coche. Por la mañana por el tráfico ya son más de veinticinco minutos, en el mismo trabajo tengo que usar el coche, al mediodía ida y vuelta para comer y por la tarde otro tanto.
Cristina: No conocemos a nadie aquí en Murcia que vaya al trabajo en transporte público, es andando o en coche. Yo intento ir andando o en bici a los sitios, aunque yendo y viniendo al trabajo son veinte minutos de coche diarios, para el resto intento no sacarlo, pero muchas veces también vamos las dos juntas.
Cristina: Respecto al médico, como no hay suficientes centros de salud, a mí me toca un centro de salud que no está en Murcia, sino que está en un barrio al que tengo que ir en coche.
María: En mi caso tengo alrededor a toda la gente cercana a mí, se mueve muy poco. De mis amigos de alquiler solo vivimos tres y aquí los alquileres duran muchos, nosotras llevamos seis años en el mismo sitio. No existe tanta movilidad, el mercado de alquiler no es muy grande.
Cristina: Aunque la gente con menos posibilidades económicas si que cambia más, pero todo dentro de Murcia.
María: Sobre el comercio, hay poco en los alrededores. Dado el tiempo que llevamos aquí, sí que conocemos a los comerciantes, pero son pocos.
Cristina: Yo echo en falta que en mi zona no hay casi ningún sitio para comprar que no sea un supermercado. Hay carnicería y pescadería, pero cada una en un sitio. Los mercados están en el centro y tampoco hay tantos.
María: Respecto a nuestros vecinos de bloque, conocemos a algunos de saludar, pero no tenemos una relación cercana como en mi pueblo. Mis padres tienen una relación muy cercana con todos sus vecinos.
Cristina: Por ejemplo no conocemos a la pareja joven que se acaba de mudar enfrente. Ni tenemos ninguna relación. Tampoco tenemos mucho trato con los otros vecinos, no sabemos ni cómo se llama la gente que más conocemos.
Vivimos en una zona nueva, con muchas plazas, pero sin árboles. La avenida tiene la única línea del tranvía que hay y luego tiene tres carriles de coches en cada sentido. En la acera no hay árboles que den sombra, es totalmente hostil. A partir de mayo y junio andar por ahí es terrible, al no haber sombra, de modo que la gente siempre coge el coche. Los meses de calor los niños al parque solo pueden salir o muy temprano por la mañana o muy tarde por la noche. En las horas centrales, al no haber nada de sombra, es arriesgado llevar el niño al parque, literalmente se puede quemar.
En cambio, en los barrios del centro, de toda la vida de Murcia, si se tiene en cuenta el clima y hay muchos árboles grandes, las aceras están cubiertas de sombraje, hay pequeños jardines en cada esquina, fuentes, bancos. Pero está solo limitado a los cuatro barrios de toda la vida del centro, que tienen un urbanismo de hace sesenta o setenta años. En los nuevos barrios el urbanismo ha cambiado.
El centro de Murcia está dividido por una gran avenida, Gran Vía, que se construyó en los sesenta cargándose muchísimo patrimonio (por ejemplo, unos baños árabes que se hormigonaron para hacer un Corte Inglés). Pero alrededor de esa gran avenida recta hay calles abigarradas de aceras muy estrechas, de mucho tránsito, que no están peatonalizadas. Hay veces que parece que los SUVs no van a poder girar.
María: En Murcia hay unos lobbies empresariales que han creado unos macro centros comerciales a las afueras de la ciudad que por ejemplo han copado todo el tema del cine. Si quieres ir al cine tienes solo dos opciones. Hay muy poca oferta en el centro de la ciudad, porque el 90% se lo han llevado estos lobbies a los centros comerciales, que están afuera en un desarrollo urbanístico que está investigado penalmente. Hay mucho espacio público, terrenos públicos, que se urbanizaron, según la investigación penal, a petición y a cambio de ciertas prebendas para unos grupos constructores muy grandes para que se hicieran ahí los desarrollos empresariales. Estos eran terrenos que no estaban dentro del plan general de ordenación urbana y se recalificaron como terrenos urbanos y se han cedido a estos centros comerciales. Todo esto sucedió en los años previos a la crisis del 2008, en torno al 2006. En esta zona no vive nadie. El ocio de Murcia ha pasado a estar en estos centros comerciales. Todo es ocio de familia y adolescentes.
Cristina: En el centro de Murcia el ocio es sobre todo de bares. Pero sí que hay que mencionar que al centro sí que llega el cine independiente y con doblaje, algo que no sucede en otras provincias, en ese sentido está bien. Pero a estos cines del centro no les queda mucho futuro y el centro de Murcia se puede quedar sin oferta de cine.
María: Se ha cedido también mucho espacio público al estadio de fútbol. Antes el estadio de fútbol estaba en el centro de la ciudad, la Condomina. Pero en vez de reformarlo o rehabilitarlo, hicieron un nuevo estadio muy grande en la nueva zona de desarrollo urbanístico junto a los centros comerciales. De modo que ahora la gente que quiere ir al fútbol tiene que desplazarse allí en coche. ¡Se montan tremendos atascos espectaculares cuando hay partido! Trasladaron el estadio sin pensar en un transporte público acorde a la magnitud de un partido.
Cristina: En teoría hasta ahí llega el tranvía, pero no es suficiente y además la gente no coge el tranvía, porque solo tiene una línea.
María: Por desgracia para nosotros yo creo que la ciudad se seguirá comiendo su huerta, se van a producir más entubamientos de acequias y más urbanizaciones en espacios naturales y creo que eso no va a cambiar. A no ser que se tomen una serie de medidas… pero eso no va a ocurrir, eso no va a cambiar. Ahora se acaba de entubar una de las acequias más grandes.
Cristina: Yo el sentimiento que tengo, como persona que es de esta comunidad, pero no es de esta ciudad, es que en la región hay muy poco interés del ciudadano por lo público.
María: El interés surge cuando viene la catástrofe, como en el caso del Mar Menor o las vías del tren.
Cristina: Pero mientras, a todo el mundo le parecía bien que se siguieran haciendo cultivos cerca del Mar Menor, porque trae riqueza. Ahora la gente se echa las manos a la cabeza, pero tampoco va a pasar nada. Murcia es uno de los sitios con mayor contaminación del aire, por todo el tráfico rodado. Pero a la gente le da igual que no haya transporte público, o que se tiren casas que son patrimonio. La gente aquí es muy individualista, no hay espíritu de comunidad.
María: Con el Mar Menor sí que hay cierta conciencia, pero nadie va más allá de la crítica de sofá, por decirlo de alguna manera. Se habla de los políticos en genérico, como una nebulosa, sin tener en cuenta que lleva gobernando un mismo partido los últimos cuarenta años.
Cristina: Hay enfado generalizado, sin enfocarlo en nada. Las próximas elecciones no solo seguirá gobernando el mismo partido, sino que aumentará sus votos Vox.
María: Puedo contar lo que sé yo desde mi conocimiento por conocer un poco la zona y porque sé algo de agricultura, y porque llevo toda la vida viéndolo. La ciudad de Murcia está en un valle entre montañas y a partir de estas montañas y hasta el mar todo es cuesta abajo. Es decir, desde las montañas todo rueda hacía abajo hacía el Mar Menor. Por eso en Murcia se alcanzan temperaturas tan altas, porque es como una olla. Todo ese suelo que está entre las montañas y el mar es un acuífero con grandes bolsas de agua salobre, porque se comunican con el mar. Toda esta zona era de secano absoluto, totalmente abandonada. Con la llegada del trasvase, empieza a llegar agua dulce del Tajo y se empieza a plantar una agricultura de regadío. Los agricultores intentaron maximizar el agua dulce que llegaba y se inventaron unos sistemas de regadío muy sofisticados, donde se calcula al milímetro el agua que necesita cada lechuga para crecer. Todo esto generó una riqueza que la región de Murcia nunca había conocido.
Esto no tiene nada que ver con la huerta de toda la vida de Murcia, donde se tienen minifundios, con parcelas que no superan los mil metros cuadrados, donde nunca ha habido grandes empresas, que nace al amparo del Segura. Aquí estamos hablando del campo de Cartagena, que es una extensión de terreno enorme, llano y sin accidentes naturales, con unos accesos buenísimos para el transporte de tráileres. Aquí por el clima se pueden hacer cuatro cosechas al año, de modo que es muy productivo. Por parte de las instituciones lo que se ha hecho es dar carta blanca a los agricultores. Pero ha llegado un momento en el que el agua del trasvase ya no es suficiente para todas las plantaciones que hay. Así que los agricultores, de una forma totalmente ilegal, y de gran tradición en esta tierra, empezaron a hacer pozos y a sacar el agua salobre de los acuíferos. Esta agua salobre después la desalinizan, con pequeñas plantas desalinizadoras ilegales que hay en los campos. Hay miles y miles de pozos ilegales. Los campos están llenos de contenedores de barco y dentro de estos contenedores están los grupos electrógenos que hacen funcionar las bombas. Cuando se desaliniza el agua hay una gran parte de agua que hay que tirar, que es muy muy salobre, y se tira a las ramblas. Después llega al Mar Menor.
Además, en los últimos cinco años se han producido fenómenos naturales que han agravado el problema. En el 2019 se produjo una DANA que arrastró tanta tierra al Mar Menor que lo colmató. Es una laguna con muy poca profundidad y hay zonas colmatadas. Además en estos últimos años ha llovido mucho, se han dado muchas lluvias torrenciales, y el acuífero, es decir, todas las bolsas de agua que están conectadas con el Mar Menor están llenas. El acuífero debajo del campo de Cartagena está lleno. No se puede meter más, no puede tirar nada más. Se ha producido un desequilibrio entre el mar y el acuífero. Están llegando cada vez más fertilizantes al Mar Menor y han generado una explosión de vida. Las algas han medrado en el Mar Menor, se han llevado todo el oxígeno, se producen las bolsas de anoxia y la fauna muere. Es un caldo de cultivo lleno de fertilizantes.
Cristina: También hay microalgas que se ponen en la superficie del Mar Menor y no dejan que pase el sol y la Posidonia autóctona que había también se muere. Es una estructura ilegal tan generalizada, desde hace tanto tiempo y tan asentada, que nadie de aquí puede hacerse el sorprendido. Aquí todo el mundo miraba para otro lado porque daba mucho dinero.
María: Aquí no hay esperanza, el problema no es que haya un culpable, hay una situación endémica de mirar para otro lado, hay una corrupción generalizada. La consejería de Medio Ambiente se desmanteló en 2008, porque eran todos falsos autónomos y denunciaron a la administración. De hecho la fiscalía se ha encontrado con tantos problemas a la hora de investigar que publicaron un comunicado diciendo que no podían hacer su trabajo.
Cristina: Son años y años de gente enriqueciéndose.
María: Como anécdota, el campo de Cartagena está lleno de carteles escritos a mano donde se lee «pozos» y un teléfono. Son de gente que se dedica profesionalmente a hacer pozos ilegales. Cuando hablan de Murcia como potencia exportadora dan ganas de llorar. ¡Porque claro, a costa de qué! Nos estamos cargando nuestro entorno.
Cristina: En la zona de Mazarrón sucede exactamente lo mismo, solo que aquí lo echan todo al Mediterráneo que es más grande, pero cuando colapse el Mediterráneo también entonces preguntaremos. Hay también problemas derivados, como por ejemplo Torrepacheco, uno de los pueblos muy ricos del campo de Cartagena, ha sido el enclave murciano donde más se ha votado a Vox, toda su riqueza procede de esta agricultura tan dañina, y se vota tanto a Vox porque hay una inmensa mayoría de población marroquí, estas personas son las que trabajan en estos negocios.
María: Desde la Región de Murcia no se tomará ninguna medida contra el cambio climático. Tendría que ser algo desde fuera, impuesto a nivel Europeo, mejor que a nivel estatal incluso. Las circunstancias se nos van a imponer de forma tan brutal que no nos va a quedar otro remedio que adaptarnos.
Cristina: Pero la gente se va a resistir hasta el último segundo. Cuando comenzó todo el tema del Mar Menor fue con la anoxia posterior a la DANA del 2019 y se pagaron muchísimas vallas publicitarias por parte de un lobby de agricultores cuyo lema era «La solución no es destruir nuestra agricultura.» Daba vergüenza ajena, con falsas dicotomías.
María: Hay cosas que se podrían hacer. Una medida sencilla que creo tiene que venir impuesta desde el estado o desde Europa sería la racionalización de horarios. Vivimos en una región donde hace mucho calor durante muchos meses al año y no puede ser que a las cinco-seis y media de la tarde las carreteras estén llenas de coches, de gente volviendo del trabajo todos con el aire acondicionado a tope. Es una medida que tiene un gran impacto muy positivo y un coste muy bajo. Que implicaría un ahorro en energía. Es absurdo que en el mes de julio en Murcia los comercios y oficinas sigan empezando a las nueve de la mañana para parar a las dos y volver a las cuatro para terminar a las seis. Esto debería estar prohibido. ¡Andar contaminado con el coche a cuarenta y cinco grados! Empecemos a trabajar a las siete de la mañana y acabemos a las tres de la tarde. O en el sur se racionalizan los horarios de acuerdo al clima o nos vamos a la mierda.
Cristina: Aquí hay una negación colectiva pero tenemos que aceptar que vivimos en un desierto. Esta ciudad es totalmente hostil en muchísimos aspectos, pero yo lo que espero es que Europa obligue a gastar dinero en la peatonalización de las ciudades, que se obligue a no meter el coche al centro de las ciudades, a no ser que sean residentes, y que se cree una red eficaz de transporte público.
María: Aquí no hay nada, no hay ninguna medida orientada hacía el cambio climático. La única medida que se ha tomado ha sido en relación a la contaminación atmosférica y consiste en carteles que avisan. Todavía no ha habido ninguna restricción de tráfico para la ciudad. Durante los episodios de más contaminación atmosférica no ha habido ninguna medida, solo carteles.
Cristina: La única medida que yo he visto ha sido la creación del carril bici, pero obligados por Europa y con fondos europeos.
María: Aunque yo el tema del carril bici en Murcia lo veo un poco controvertido, esto está muy bien en zonas donde el clima es menos agresivo. Pero yo no me puedo plantear coger la bici a partir de las once y media de la mañana varios meses al año. Para mí esta no es la solución al transporte público. ¡Aquí el clima es muy hostil! Por dar una nota positiva, me gustaría incidir en la gran baza que tiene Murcia ciudad para luchar contra el cambio climático: su propia huerta, que es un vergel con su propia canalización tradicional, en algunos casos de más de mil años de antigüedad. El entubamiento de acequias y la urbanización y la destrucción de la huerta para hacer carreteras y edificios es un atentado contra el medio ambiente y contra nuestro futuro. Es la única esperanza que podemos tener para que dentro de cincuenta años esto no sea un desierto.
¡No pueden entubar más acequias! Esto hay que prohibirlo ya y tienen que volver a su estado natural las que ya han sido entubadas. Necesitamos la humedad, necesitamos la vegetación y necesitamos la sombra, porque sino esto es un desierto. Esta sería la primera acción que tomaría a nivel local. Habría que cambiar el plan general de ordenación urbana, que no puedan entubar acequia, para proteger la huerta y preservar su vegetación y su fauna asociada, los cauces y el agua. Es decir, hay que recuperar el regadío tradicional. Si perdemos la humedad, perdemos la vegetación y perdemos el frescor ¡estamos muertos! Pero aquí también se mira para otro lado. Las acequias se entuban también para ahorrarse los costes de su limpieza. Una vez entubadas el cauce desaparece, desaparece la fauna y la vegetación y se tienen más espacios para urbanizar. ¡Esto hay que pararlo ya! Ya vamos tarde.
Cristina: Además para poder construir sobre tierra fértil y blanda se traen camiones de tierra del campo de Cartagena y la ponen encima para poder construir. Con el tema del Mar Menor llevamos veinticinco años. ¿De verdad en todos estos años no ha habido forma de pensar cómo compensar a estos agricultores o reconvertir la industria? Para la reconversión industrial fueron muy rápidos, pero aquí no hay ningún plan. Esto es tirar para adelante hasta que dé.
La ilustración es obra de Adara Sánchez Anguiano.