Los dos últimos fines de semana de octubre de 2017 tuvieron lugar las Jornadas sobre Cambio Climático y movimientos sociales que organizamos Contra el diluvio en el Centro social La ingobernable de Madrid. Durante estas jornadas se reflexionó sobre algunos aspectos fundamentales del cambio climático y sus implicaciones en la sociedad.
El cambio climático es real y supone uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad.
Las temperaturas medias del planeta han aumentado desde que comenzó la revolución industrial y la mayor parte de este incremento se debe a la actividad humana (emisiones de gases de efecto invernadero). Esta relación está demostrada desde hace décadas, e intuida desde hace más de cien años.
En los últimos decenios, los cambios en el clima han causado impactos en los sistemas naturales y humanos en todos los continentes y océanos. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) identifica 5 motivos de preocupación frente al cambio climático, entre ellos los episodios meteorológicos extremos, como olas de calor, precipitación extrema e inundaciones costeras. El riesgo de los impactos vinculados al clima deriva de la interacción de los peligros conexos al clima con la vulnerabilidad y la exposición de los sistemas humanos y naturales.
El Acuerdo de París busca mantener la temperatura media mundial “muy por debajo” de 2ºC respecto a niveles preindustriales. Los países se comprometen a lograr un “equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos” en la segunda mitad de siglo. Muchos escenarios de mitigación del cambio climático actualmente dependen de la disponibilidad y el despliegue generalizado de tecnologías, como la bioenergía con captura y almacenamiento de dióxido de carbono (BECCS), cuya disponibilidad en el futuro es incierta. No podemos arriesgar nuestras opciones de evitar las peores consecuencias del cambio climático depositando nuestra confianza en tecnologías cuya disponibilidad futura está en cuestión.
Aún así, no es tarde para evitar las peores consecuencias del cambio climático.
La lucha contra el cambio climático tiene que plantearse desde una perspectiva de justicia y equidad.
Es necesario abordar urgentemente el cambio climático y promover una transición hacia sociedades con bajas emisiones de gases de efecto invernadero y adaptadas a sus impactos inevitables. El cambio climático afecta especialmente a las poblaciones más vulnerables, tanto a nivel de países como de grupos sociales dentro de los propios países. Paradójicamente, las poblaciones que menos han contribuido al cambio climático son los más vulnerables a sus consecuencias.
Una simple transición tecnológica no bastará para hacer frente al cambio climático, por eso serán necesarios cambios sociales importantes que requerirán esfuerzos en diferentes ámbitos de nuestra vida. Esta transformación deberá producirse especialmente en los países desarrollados para que sea una transición globalmente justa, y la cuestión es cómo repartir los esfuerzos en unas sociedades que ya son tremendamente desiguales: ¿Cómo se van a repartir los costes y los potenciales beneficios de dicha transformación? ¿Supondrá un empeoramiento de las condiciones de vida de los de abajo o nos llevarán a una sociedad más justa?
La transición que ya está en marcha deberá tener en cuenta estas responsabilidades y vulnerabilidades diferenciadas a la hora de plantear medidas de mitigación y adaptación. Por eso, es importante evitar que el peso de los esfuerzos recaiga injustamente en las poblaciones más desfavorecidas, que además son las menos responsables del cambio climático. Debemos lograr que los esfuerzos se distribuyan en nuestra sociedad teniendo en cuenta tanto la responsabilidad en la generación del cambio climático como la capacidad de acción para reducir las emisiones y para adaptarse a sus efectos, construyendo alternativas políticas realistas para una transición justa y equitativa.
La transformación de los modelos de movilidad es un elemento fundamental en la lucha contra el cambio climático.
En España el transporte generó en 2015 un 25% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero. En los últimos años se han producido importantes avances tecnológicos (coche eléctrico, vehículos autónomos, etc) que se nos plantean como la alternativa para mantener nuestro sistema actual de transporte. Sin embargo, los cambios tecnológicos no serán suficientes. En el caso del transporte se suele cumplir la paradoja de Jevons: a medida que el perfeccionamiento tecnológico aumenta la eficiencia con la que se usa un recurso, es más probable un aumento del consumo de dicho recurso que una disminución.
La base del transporte es el urbanismo, por lo que es importante cambiar los modelos de ciudad. Por otra parte, es necesario promover y facilitar modos más sostenibles de movilidad, como caminar o la bici para trayectos cortos, además de la reducción del uso del coche mediante la promoción de un transporte público más eficiente que también puede beneficiarse de los avances tecnológicos (¿por qué no se habla del autobús autónomo, o de servicios de solicitud para autobuses en vez de coches?). Asimismo, las mejoras en transporte público tienen que hacerse desde la equidad y sin paternalismo, enfocándose desde las necesidades y no desde las preferencias, para lo que es necesario trazar alianzas entre movilidad y movimientos sociales, especialmente el feminismo.
Propuestas desde los ecofeminismos: poner la vida en el centro como arma frente al cambio climático.
El cambio climático afecta en mayor medida a las mujeres que a los hombres en todo el mundo como consecuencia de su posición desigual en las sociedades, el desarrollo de actividades más vinculadas a los recursos naturales o su mayor vulnerabilidad, por ejemplo, frente a los fenómenos meteorológicos extremos. Esto se refleja entre otras muchas cuestiones en los abusos, la violencia y la discriminación a la que se ven sometidas las migrantes climáticas.
El sistema actual se ha construido en base a relaciones económicas centradas en el dinero, dejando de lado todas aquellas actividades o elementos que no cuentan con un valor monetario dentro del mercado, como el medio ambiente o los cuidados, que sin embargo son imprescindibles para nuestra supervivencia como individuos y como sociedades. Por eso, necesitamos un cambio de modelo que dé prioridad a las relaciones entre las personas y a los cuidados, incluyendo el de nuestro entorno, procesos que en definitiva sostienen la vida y la biosfera frente a las lógicas de mercado actuales.
La comunicación del cambio climático.
Cuando se habla de cambio climático hay dos narrativas extremas claras. Una, la del tecno-optimismo desatado que piensa que los avances tecnológicos ya existentes y, sobre todo, los que están por venir, nos valdrán para solucionarlo. En el otro extremo nos encontramos con el catastrofismo que, por diferentes motivos, piensa que no hay nada que hacer salvo prepararse para el peor de los escenarios.
La información sobre cambio climático aún es escasa y suele estar vinculada a catástrofes y otras consecuencias del cambio climático, sin incidir en las causas ni mostrar las diversas iniciativas que se están adoptando para hacerle frente. Necesitamos una comunicación comprometida y profesional que permita posicionar el cambio climático en el puesto que merece en la agenda pública, partiendo de una sociedad que actúe como precursora del debate.
Contra el diluvio: hacia la construcción de un movimiento social contra el cambio climático
La lucha contra el cambio climático es urgente y requiere de acciones colectivas, de una sociedad informada que ofrezca una respuesta organizada frente al cambio climático y que promueva la construcción de alternativas frente a un sistema que no tiene en cuenta los límites del planeta, integrando las perspectivas de clase y género como elementos fundamentales. También es imprescindible reivindicar la justicia climática, teniendo en cuenta las responsabilidades diferenciadas de aquellos que más han contribuido a generar el cambio climático y que sus consecuencias serán diferentes entre países y grupos sociales.
Luchar contra el cambio climático y sus consecuencias debe ser una prioridad de todos los movimientos sociales que tengan el bienestar de la mayoría como objetivo, por lo que un movimiento social contra el cambio climático debe integrar demandas de otros colectivos y estudiar cómo se articulan en el contexto de la crisis climática.
Es necesario reforzar los conocimientos básicos de la población en general y de los grupos activistas en particular a través de información accesible pero rigurosa acerca del cambio climático y de sus consecuencias sociales.
Necesitamos visibilizar que existe una creciente preocupación por el cambio climático en nuestra sociedad, y que un número cada vez mayor de personas demandan participar en la búsqueda de soluciones y respaldan la adopción de políticas y medidas urgentes que nos permitan hacer frente al cambio climático y sus consecuencias. También es importante que nos sumemos a las movilizaciones globales frente al cambio climático para contribuir a un movimiento social masivo de carácter internacional.