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  • Huracanes y cambio climático: afianzando la relación

    Huracanes y cambio climático: afianzando la relación

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    El tifón Mangkhut y el huracán Florence me han recordado una anécdota de una amiga que trabaja en la tele, una nacional. El año pasado fueron a entrevistar a un científico por los huracanes de categoría 4-5 –Harvey, Irma y María– que tuvieron lugar en el Atlántico y el Caribe por entonces.

    El redactor iba decidido a enfocar el tema desde la perspectiva del cambio climático, relacionando dichos huracanes con el calentamiento global pero, para su sorpresa, el científico dijo que no se puede demostrar una relación entre el número de huracanes y el calentamiento global, que aún no está demostrado y que si dijese lo contrario, “faltando a la objetividad”, estaría dando argumentos y armas a los negacionistas del cambio climático. Total, que debido a la negativa del experto (que, dejémoslo claro, sí que lo es), el reportaje acaba enfocado de otra manera, diciendo que «no es excepcional el número de huracanes» que hubo el septiembre pasado y que «los expertos descartan que la causa sea atribuible al cambio climático hasta que no haya pruebas concluyentes, pero sí apuntan a un incremento de su virulencia medida sobre todo en un aumento de la precipitación» [¿Lo habéis oído? Son mis cabezazos contra la pared] La cosa es ¿esto es falso? Pues técnicamente no. O sea, es cierto que no está clara la relación entre el número de huracanes y el cambio climático, pero probablemente esta sea una manera errónea de enfocar el asunto.

    Uno de los mantras más repetidos es que no podemos asociar eventos extremos concretos al cambio climático. Es decir, en términos técnicos, no se debe afirmar que esta sequía o aquel huracán se deben o han sido causados por el cambio climático. Lo que debemos estudiar, y afirmar, es  si existe una mayor tendencia a que ocurran determinados fenómenos extremos a medida que aumenta la temperatura global. En el caso concreto de los huracanes no tenemos evidencias concluyentes de que el cambio climático esté aumentando el número de huracanes por temporada. Esto es verdad. Sin embargo, el problema del cambio climático necesita que comuniquemos mejor la  la relación entre huracanes y cambio climático. Porque esa relación sí que existe.

    Pero antes, ¿qué es un huracán?

    Un huracán (o ciclón tropical) es un sistema de circulación cerrado que tiene un núcleo cálido de baja presión. Se produce sobre océanos y mares cálidos (Atlántico y Pacífico tropical, Caribe), ya que necesita altas temperaturas y humedad para formarse y mantenerse. Sus efectos son bien conocidos: fortísimos vientos (con ráfagas de más de 300 km/h) y abundantes precipitaciones, lo que hace que la destrucción que provocan al tocar tierra sea enorme tanto a corto como a medio plazo.

    Pues bien, volviendo a su relación con el cambio climático, se ha señalado, por ejemplo, que lo que sí está aumentando es la frecuencia de huracanes de categorías 4 y 5. Es decir, puede que no haya más huracanes debido al cambio climático, pero los que hay son más potentes. Cuando se hizo la entrevista de la que hablaba al principio se señaló esto varias veces, por ejemplo…

    Pero, además, es que conocemos mecanismos físicos por los que el cambio climático puede hacer que los huracanes sean más potentes y, por tanto, más destructivos. Es decir, a parte de cierta evidencia estadística, tenemos varias intuiciones causales. Ahí van:

    1. La intensidad de los huracanes, que es lo que mide lo que llamamos categoría, depende de la temperatura superficial del agua. Sabemos que los océanos se están calentando debido al cambio climático, por lo que éste aumentaría su potencial destructivo.
    2. Por otro lado, sabemos que una mayor temperatura aumenta la capacidad de contener humedad (un 3% más cada 0.5º C, más o menos). Una mayor humedad ambiental facilita que los huracanes se intensifiquen más rápidamente, y además hace que sean mayores las lluvias asociadas y, por tanto, también las inundaciones.
    3. Por último, sabemos que el nivel del mar ha aumentado en los últimos años debido al calentamiento global (unos 15cm en las últimas décadas), lo que hace que las inundaciones costeras (marejadas ciclónicas, por ser más estrictos) sean mayores y afecten a más territorios, tal y como se vio con la tormenta Sandy en 2012.
    4. Finalmente, y aquí la evidencia científica es más débil, se cree que el cambio climático está aumentando la amplitud de las ondas planetarias, lo que podría contribuir a un fenómeno muy llamativo de Harvey, Irma y Florence: el llamado “stalling” (que consiste, esencialmente, en que lo que eventos meteorológicos extremos que solían ser intensos pero rápidos ahora se prolonguen durante más días, aumentando los daños asociados).

    No es fácil comunicar ciencia de una manera rigurosa, es verdad. Es un problema de siempre.  El caso del cambio climático, con todas sus implicaciones sociales, económicas y políticas, la complicación seguramente sea aún mayor.  La evidencia científica de que la Tierra se está calentando y que este calentamiento se deba casi exclusivamente al aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera debido a la quema de combustibles fósiles y la deforestación es indiscutible. Pero es cierto que hay otros aspectos científicos más concretos del mismo, como si está aumentando el número de huracanes o si están aumentando los eventos extremos por cambios en la corriente de chorro) que siguen sujetos a investigación y debate académico.

    Ahora bien, dada la importancia del cambio climático y la urgencia con la que tenemos que afrontarlo haríamos bien en aprovechar los momentos en los que el foco mediático se centre en huracanes, sequías y otros desastres climáticos para tratar de empujar el calentamiento global al centro de la agenda política y social. Y al intentarlo, haríamos bien en afirmar con contundencia lo que sabemos con claridad en vez de resaltar las incertidumbres que aún están sometidas a debate científico.

    Bibliografía:

    https://blogs.scientificamerican.com/observations/what-we-know-about-the-climate-change-hurricane-connection/

    https://www.theguardian.com/commentisfree/2017/aug/28/climate-change-hurricane-harvey-more-deadly

    https://www.democracynow.org/2017/8/30/ex_nasa_scientist_james_hansen_there

    https://www.washingtonpost.com/news/energy-environment/wp/2017/09/07/the-science-behind-the-u-s-s-strange-hurricane-drought-and-its-sudden-end/?utm_term=.10783e33edb0

    https://www.washingtonpost.com/news/posteverything/wp/2017/09/07/irma-and-harvey-should-kill-any-doubt-that-climate-change-is-real/?tid=ss_tw&utm_term=.f1376eb3f25e

    https://www.washingtonpost.com/news/energy-environment/wp/2017/09/11/four-underappreciated-ways-that-climate-change-could-make-hurricanes-worse/?utm_term=.38407d520047

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  • El planeta puede limitar el calentamiento global a  1.5ºC sin emisiones negativas

    El planeta puede limitar el calentamiento global a  1.5ºC sin emisiones negativas

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    [Traducción del artículo de Simon Evans publicado el 13 de abril de 2018 en CarbonBrief]

    Un nuevo estudio indica que es posible limitar el calentamiento a 1.5ºC por encima de las temperaturas pre-industriales sin utilizar las emisiones negativas de la Bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS: BioEnergy with Carbon Capture and Storage).

    El estudio, recientemente publicado en Nature Climate Change, abre el debate sobre cómo cumplir los estrictos objetivos de temperatura del Acuerdo de París. Muestra por primera vez cómo se puede minimizar o incluso eliminar la necesidad de los BECCS mediante una serie de planes de mitigación altamente ambiciosos.

    Los BECCS son una tecnología de emisiones negativas controvertida y en gran medida no probada, que se ha convertido en un componente básico de las trayectorias propuestas hacia los 1.5ºC.

    Este nuevo artículo, en cambio, explora otras alternativas, que incluyen cambios de estilo de vida, intensificación agrícola y carne cultivada en laboratorio, así como el aumento de la eficiencia energética y la adopción aún más rápida de energías renovables. Algunas de estas alternativas han sido ignoradas en los debates hasta ahora porque los científicos tienen dificultades para implementarlas en sus modelos.

    En palabras del autor principal del artículo, el debate sobre cómo cumplir los objetivos de París «debería ser más amplio», porque existen riesgos en depender de las emisiones negativas de los BECCS.

    Metas estrictas

    El Acuerdo de París, aceptado por casi todos los países en 2015, dice que el calentamiento debería mantenerse «muy por debajo» de los +2ºC por encima de los niveles pre-industriales, e intentar mantenerlo por debajo de los +1.5ºC. Para alcanzar estos objetivos, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero deben mantenerse dentro de un presupuesto de carbono que se está reduciendo  rápidamente.

    Para explorar cómo se podría lograr esto los científicos han desarrollado varios escenarios. Hasta la fecha, las trayectorias para evitar los 1.5ºC han dependido de las emisiones negativas de BECCS para absorber el exceso de CO2 de la atmósfera a finales de este siglo. En parte, esto refleja el supuesto de que la inercia en el sistema energético mundial hace que sea difícil alcanzar un pico y luego eliminar el CO2.

    La siguiente figura muestra el punto de partida para la investigación actual: una trayectoria consistente con una probabilidad del 66% de mantener la temperatura en 2100 por debajo de 1.5ºC.

    (Como la mayoría, este es un escenario de «rebasamiento», donde las temperaturas alcanzan 1.5ºC en la segunda mitad del siglo antes de volver a caer por debajo de ese nivel en 2100. Las trayectorias de no rebasamiento hasta 1.5ºC solo son posibles, incluso teóricamente, si el presupuesto de carbono restante considerado se encuentra en el extremo superior de las estimaciones actuales).

    Emisiones y remociones de CO2 en el escenario estándar de 1.5ºC. (Van Vuuren et al., 2018).

    En este escenario por defecto, las emisiones de combustibles fósiles, mostradas en negro, alcanzan su máximo alrededor de 2020 y luego caen abruptamente. El uso residual de combustibles fósiles hasta 2100 se compensa con BECCS (azul claro), lo que hace que el mundo tenga unas emisiones netas de CO2 (asociadas a la producción de energía) nulas para alrededor de 2045 (línea gris) y emisiones netas nulas de CO2 para 2050 (línea amarilla).

    El CO2 emitido durante las próximas décadas que excede el presupuesto de carbono para 1.5ºC se ve compensado por las emisiones netas negativas de BECCS a finales de siglo (azul oscuro). Para el año 2100, los BECCS estarían eliminando alrededor de 15.000 millones de toneladas de CO2 (GtCO2) por año, lo que equivale a casi dos quintas partes de las emisiones actuales.

    Las trayectorias muy por debajo de 2ºC son muy similares. Por ejemplo, el escenario “Sky” recientemente publicado por Shell es típico en que también depende en gran medida de las emisiones negativas de BECCS.

    Esto es controvertido, esencialmente porque los BECCS no han sido probados,  podrían no estar disponibles en los niveles previstos y podrían requerir un terreno equivalente al área de Australia para los cultivos bioenergéticos.

    El Dr. Alexander Popp, que no formó parte del reciente estudio, es el jefe del grupo de gestión del uso de la tierra en el Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK: Climate Impact Research). Dice lo siguiente:

    “Existe una gran preocupación sobre la sostenibilidad de la implementación a gran escala de las tecnologías de eliminación de CO2, en especial en relación a los BECCS, pero también respecto a la aforestación a gran escala.”

    Por tanto, según Popp, el nuevo trabajo sobre trayectorias alternativas al 1.5ºC es de «gran importancia».

    Un artificio del escenario

    La reciente investigación sugiere que esta dependencia de BECCS podría, hasta cierto punto, ser un artificio del modo en que se han desarrollado los escenarios. Estas trayectorias exploran los cambios futuros en la población, el crecimiento económico, la demanda de energía y otros factores utilizando modelos de evaluación integrados (IAM: integrated assessment models).

    Los IAM generalmente están diseñados para ser «rentables», lo que significa que priorizan las soluciones de bajo coste. Se pueden modificar para incluir dificultades técnicas, políticas o sociales para su implementación, pero el coste sigue siendo el principal motor. El nuevo artículo explica las consecuencias de este diseño:

    “Como los IAM seleccionan las tecnologías sobre la base de los costes relativos, normalmente se concentran en las medidas de reducción para las que pueden hacerse estimaciones razonables del rendimiento y los costos futuros. Esto implica que algunas posibles estrategias de respuesta reciben menos atención, ya que su rendimiento futuro es más especulativo o su introducción se basaría en otros factores además del coste, como el cambio de estilo de vida o una electrificación más rápida.”

    «Además, los estudios existentes apenas analizan una implementación más agresiva de otras opciones, como la implementación rápida de las mejores tecnologías disponibles o la reducción drástica de GEI (gases de efecto invernadero) distintos del CO2. El desarrollo de la tecnología también podría ser más rápido de lo que normalmente se supone en los modelos IAM .»

    Esto explica en parte por qué los BECCS dominan los escenarios de 1.5ºC, a pesar de que su implementación a gran escala se enfrenta a enormes dificultades sociopolíticas. En cambio, las soluciones alternativas a menudo han sido ignoradas porque es difícil estimar su rendimiento o su coste.

    El Dr. Glen Peters, director de investigación del instituto climático noruego Cicero, que no formó parte del estudio, dice:

    «[Este] es un buen artículo y un paso adelante. Afortunadamente, para los demás será un desafío considerar estrategias de mitigación alternativas a  aquellas basadas únicamente en el coste… Creo que vale la pena discutir cuáles son los costes y cómo deben interpretarse, especialmente cuando las cosas no son tan fácilmente ‘costeables’ (como la reducción del consumo de carne)».

    Rutas alternativas

    El estudio analiza una variedad de escenarios alternativos «agresivos» para cumplir con la meta de 1.5ºC, reduciendo la dependencia de BECCS. El artículo dice que la implementación de cada opción de mitigación está diseñada para ser «ambiciosa pero no poco realista». Las alternativas son las siguientes:

    Electrificación renovable: todos los sectores del uso final de la energía se electrifican rápidamente, incluida la calefacción. Se superan las limitaciones técnicas para integrar las energías renovables variables en la red. Algunas centrales eléctricas alimentadas con combustibles fósiles se cierran antes de tiempo y, en 2030, todos los coches nuevos son eléctricos.

    Alta eficiencia: se adoptan rápidamente las mejores tecnologías disponibles para todos los usos energéticos y materiales, incluidos el cemento y el acero. A partir de 2025, solo se venderán coches y aviones de alta eficiencia y solo se permitirán los electrodomésticos más eficientes.

    Intensificación agrícola: las hipótesis optimistas para la mejora del rendimiento de los cultivos se combinan con la adopción a nivel mundial del 80% de los sistemas ganaderos más eficientes, incluida la mejora de la digestibilidad de los piensos y las «mejoras genéticas».

    Reducción de gases de efecto invernadero (no CO2): los gases de efecto invernadero que no son CO2 se reducen utilizando las mejores tecnologías disponibles y el progreso tecnológico adicional. Por ejemplo, para 2050, las fugas de metano en el sector del petróleo se reducirán en un 100% y un 90% en el sector minero. Las emisiones de metano del ganado se reducen significativamente y, para 2050, el 80% de la carne y los huevos se sustituyen por proteínas cultivadas, incluida la carne cultivada en laboratorio.

    Población: la mejora del acceso a la educación acelera la tendencia decreciente de la natalidad, de modo que la población mundial pasa de 7.000 millones de personas en la actualidad a 8.400 millones en 2050, antes de disminuir a 6.900 millones en 2100. Esto está de acuerdo con el escenario de población más bajo de la ONU. En el extremo superior las proyecciones de las Naciones Unidas llegan a 13.200 millones de personas en 2100.

    Cambio de estilo de vida: la mayoría de la población mundial adopta estilos de vida sostenibles, que incluyen, para 2050, que el 100%  de la población adopte dietas saludables con bajo consumo de carne. Se utiliza menos el coche privado y se camina o anda más en bicicleta, mientras que el transporte aéreo se reduce.

    La investigación analiza cada opción, así como su efecto combinado, en términos de emisiones de gases de efecto invernadero y el nivel de BECCS requerido para mantenerse dentro de un presupuesto de carbono de 1.5ºC.

    Minimizar las BECCS

    El menor presupuesto de carbono para 1.5ºC significa que los escenarios existentes se basan más en BECCS que para  un límite de 2ºC. Esto se puede ver en el siguiente gráfico, a la izquierda, donde el nivel de BECCS casi se duplica entre una trayectoria para los  2ºC (línea morada, «Def_2.6») y una para 1.5ºC (línea azul, «Def_1.9»). El aumento de uso de BECCS también requiere un mayor uso de tierras agrícolas para cultivar bioenergía, como se muestra en el gráfico a la derecha (línea azul, «Def_1.9»).

    Izquierda: energía primaria de BECCS (exajulios) y derecha: uso de la tierra agrícola (millones de hectáreas) en un escenario de 2ºC y una variedad de escenarios alternativos de 1.5ºC. (Van Vuuren et al. 2018).

    Cada una de las alternativas de mitigación reduce las emisiones, con los escenarios de electrificación y eficiencia que afectan principalmente al CO2 y los otros que tienen un mayor impacto en otros gases de efecto invernadero. Esto, a su vez, reduce la necesidad de los BECCS (gráfico, arriba a la izquierda) y de tierras agrícolas (arriba a la derecha).

    La combinación de todas las opciones de mitigación juntas («Total») elimina efectivamente la necesidad de los BECCS para permanecer por debajo de 1.5ºC. Esto libera importantes áreas de tierras agrícolas en el modelo, algunas de las cuales son reforestadas, lo que conlleva la eliminación «natural» de CO2.

    Como tal, la ruta con cero-BECCS  a 1.5ºC presentada en el estudio no está completamente libre de emisiones negativas.

    El profesor Detlef van Vuuren, investigador principal de la Agencia de Evaluación Ambiental de los Países Bajos (PBL) y autor principal del informe dice:

    «Demostramos que hay opciones disponibles para reducir significativamente los BECCS, pero es muy, muy difícil llegar a cero BECCS (o emisiones negativas)… Las emisiones negativas no son necesariamente malas, pero significa que uno acepta ciertos riesgos. Si no quieres tomar esto en cuenta o encuentras otras opciones más atractivas por otras razones -por ejemplo, sinergias con otros ODS [objetivos de desarrollo sostenible], facilidad de implementación, apoyo social- [entonces] creo que [nuestro nuevo artículo] permite una mejor consideración de los pros y los contras… Creo que eliminar totalmente las emisiones negativas no es posible en su totalidad -pero minimizarlas podría ser atractivo.»

    Van Vuuren fue una figura clave en el uso inicial de BECCS dentro de los modelos climáticos. Él mismo añade que es «desafortunado» que el trabajo hasta la fecha para lograr los 1.5ºC haya estado tan dominado por los BECCS.

    Un debate más amplio

    Como todas las trayectorias  para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, estas nuevas alternativas son muy ambiciosas. Tampoco cambian el panorama general para los responsables políticos.

    El Dr. Joeri Rogelj, investigador del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), que no formó parte del trabajo, dice:

    «El núcleo del desafío de la mitigación sigue siendo el mismo: las emisiones globales de CO2 deben reducirse a cero. Lo que los responsables políticos deberían tener en cuenta de esta investigación sobre los escenarios 1.5C es que hay una variedad de vías que se pueden seguir para limitar las emisiones de CO2 y que estas diferentes vías o estrategias permiten limitar la contribución de tecnologías potencialmente indeseables como los BECCS».

    Es importante destacar que las barreras para la adopción de las diversas estrategias alternativas van más allá de la métrica de costes priorizada por la investigación previa, que abarca la política, la aceptación social y la viabilidad técnica.

    Bert Metz, ex copresidente del grupo de trabajo sobre mitigación del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) y ahora asesor principal de la Fundación Europea del Clima (ECF), dice:

    «Es muy poco probable que todas las opciones investigadas puedan aplicarse simultáneamente en la medida en que se supone en el documento y que todos los efectos de cada una de las opciones puedan lograrse en la práctica, ya que los supuestos son muy ambiciosos».

    «Cada una de estas opciones merece un examen minucioso y una acción apropiada por parte de los responsables políticos, si quieren tomar en serio los objetivos de París y evitar apostar por la disponibilidad a gran escala de la eliminación de CO2 y, en particular, de los BECCS».

    Un estudio publicado la semana pasada explora los límites de plausibilidad para evitar el uso de emisiones negativas. Demuestra que sólo son evitables si el presupuesto de carbono para 1.5ºC se sitúa en el extremo superior de las estimaciones actuales y si se adoptan radicalmente tecnologías y estilos de vida bajos en carbono, junto con esfuerzos sin precedentes para limitar las necesidades energéticas, de modo que la demanda en 2100 caiga a la mitad de los niveles actuales. Un presupuesto de carbono de valores bajos haría inalcanzable el objetivo de 1.5ºC, incluso con BECCS.

    El Dr. Stephan Singer, asesor principal sobre políticas energéticas globales de la la ONG Climate Action Network, dice:

    «Es extremadamente útil para la comunidad académica evaluar alternativas a los BECCS a gran escala, en particular [porque] es probable que esto tenga un impacto significativo en la seguridad alimentaria y el uso de la tierra… Cuanto más fuerte, más temprano y más profundamente nos embarquemos en políticas y medidas de mitigación ‘convencionales’, menor será la necesidad de emisiones negativas en el mundo, como los BECCS a gran escala, para alcanzar los objetivos de París».

    Singer añade: «Los cambios en el estilo de vida de las personas de alto consumo y emisiones ricas a nivel mundial… son [una] parte fundamental de la ecuación… Esto no se limita a los cambios dietéticos individuales… [sino que] también incluye un cambio significativo en los hábitos de transporte y viaje, una mayor durabilidad institucionalizada de los productos, una mayor reutilización de los componentes, nuevos materiales y, en general, una economía circular».

    Independientemente de que se puedan cumplir o no los objetivos de París, la investigación actual sugiere que los responsables políticos deberían debatir un conjunto más amplio de opciones para abordar el cambio climático, además de los BECCS y las emisiones negativas, que se han llegado a considerar como un «respaldo» de facto.

    Peters dice:

    «Los IAMs tienen un conjunto limitado de herramientas [para reducir las emisiones] y, en realidad, hay muchas más herramientas en la caja de herramientas. Esta es una buena señal, ya que cuantas más herramientas tengamos, más opciones tendremos para llegar a 2ºC o 1.5ºC. Necesitamos más estudios para ampliar la caja de herramientas, en vez de usar tecnologías como los BECCS o la captura directa de aire».

    Vale la pena añadir esta investigación dista mucho de ser una exploración exhaustiva de esa «caja de herramientas». De hecho, concluye mencionando una serie de otras opciones para reducir las emisiones, que también se han excluido en general de los trabajos anteriores. Entre ellas figuran la gestión del carbono en el suelo y el «cierre forzado y rápido de centrales eléctricas alimentadas con combustibles fósiles».

    Finalmente, ninguno de los escenarios actuales considera un mundo sin crecimiento económico, considerado por algunos investigadores como el único camino hacia un futuro sostenible.

    Referencia: Van Vuuren, D. et al. (2018) Alternative pathways to the 1.5C target reduce the need for negative emission technologies, Nature Climate Change, doi:10.1038/s41558-018-0119-8

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  • 6 cosas que puedes hacer para acabar con el cambio climático

    6 cosas que puedes hacer para acabar con el cambio climático

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    Bueno, técnicamente no se puede acabar con el cambio climático, porque ya está en marcha ¯\_(ツ)_/¯ , pero ¡espera!, eso no significa que no puedas hacer nada. En este artículo te vamos a contar brevemente (también tenemos una versión larga para los más motivados) seis maneras de contribuir individualmente a frenar el caos climático, aunque, ¡atención, spoiler!, al final habrá un giro inesperado.

    Lo primero que hay que decir es que existe un consenso científico abrumador en que el cambio climático se produce por el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, sobre todo el CO2. Este aumento de los GEI está calentando el planeta, lo cual tendrá consecuencias sociales y ecológicas muy graves: desde aumentos del nivel del mar, incendios u olas de calor a mayores precios de los alimentos o probabilidad de conflictos armados. O sea, el caos climático. El incremento de CO2 en la atmósfera se debe a la actividad humana en un modelo de sociedad concreto: el capitalismo. Por tanto, si queremos hacer algo a nivel individual contra el cambio climático tenemos que reducir nuestra huella de carbono, es decir, las emisiones asociadas a nuestro consumo. Así que nada, hemos recopilado seis cosas que puede hacer cualquiera:

    1) Habla sobre el tema: Puede parecer una tontería, pero no lo es en absoluto. Necesitamos que el cambio climático sea relevante: que condicione las decisiones políticas y que lo tengamos en cuenta a la hora de cambiar nuestros hábitos. Saca el tema en charlas informales con amigos o en el curro, coméntalo en redes sociales, manda de vez en cuando memes por grupos de WhatsApp. Si no te sientes seguro porque crees que no sabes lo suficiente, aquí tienes un kit de emergencia.

    2) Cambia tu dieta: El sector de la ganadería emite más que todos los coches del planeta juntos. Teniendo en cuenta sus inconvenientes, reducir el consumo de carne, sobre todo ternera o cordero, es la forma más sencilla y eficaz de reducir tu huella de carbono. Obviamente, lo más eficaz es adoptar una dieta vegetariana o vegana. Si es ecológica y de proximidad, mejor. En las sociedades occidentales, y en particular en España, consumimos mucha más carne de lo recomendable, así que además de disminuir tu huella de carbono seguramente mejorarás tu salud.

    3) Usa menos el avión: las emisiones asociadas a la aviación son casi el doble de todas las de España. Además, no paran de crecer y al emitirse en altura tienen un mayor efecto invernadero. Evita aquellos viajes en avión que no sean por causa mayor, sobre todo aquellos de ocio en los que puedas encontrar destinos más cercanos y sostenibles.

    4) Usa menos el coche:  La movilidad urbana supuso un 10% de las emisiones en España en 2016. Sustituir en la medida de lo posible el transporte en coche por el uso del transporte público o la bici reduce mucho nuestra huella de carbono. Por supuesto, esto no es igual de fácil si una vive en el centro o en la periferia de las ciudades o si una vive en zonas rurales. En transporte interurbano, compartir el coche, viajar en autobús o usar el tren son, respectivamente, las mejores alternativas al uso del transporte privado.

    5) Contrata energía de fuentes renovables: Cambiar tu comercializadora de una de las grandes energéticas a una cooperativa de energía renovable (por ejemplo Som Energía o alguna de la Unión Renovables) es otra manera de colaborar contra el caos climático. Aunque no puedes controlar de dónde procede la energía que recibes, estas cooperativas te garantizan que la cantidad de energía que consumes procede de  fuentes renovables, lo que contribuye a aumentar la demanda de estas. Cambiarse es tan sencillo o más que cambiar de móvil y la factura puede salirte incluso más barata, o sea que por aquí cero excusas.

    6) Implícate colectivamente: que individual, lo que se dice individual igual no es, pero es que el enfoque de la lucha contra el cambio climático de forma puramente individualista es insuficiente. Aunque los cambios de hábitos que hemos comentado antes son necesarios, serán insuficientes en ausencia de cambios sociales más ambiciosos. Pero además, debemos tener en cuenta que no todos contribuimos igualmente al cambio climático. A nivel global, el 10% más rico emite el 50%, mientras que el 50% más pobre solo emite el 10%. En España, el 10% más rico emite 6 veces más que el 10% más pobre. De modo que la lucha contra el cambio climático debe ser, ante todo, una lucha colectiva.

    Tenemos que organizamos colectiva y políticamente para obligar a empresas y gobiernos a que tomen medidas más ambiciosas para mitigar y adaptarnos al cambio climático que ya estamos sufriendo y para que estas sean socialmente justas: que las personas que más emiten sean las que más reduzcan su huella de carbono.

    [Si quieres puedes leer la versión larga aquí.]

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  • ¿Qué puedes hacer contra el cambio climático?

    ¿Qué puedes hacer contra el cambio climático?

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    Seguro que viendo noticias de huracanes, sequías o terribles incendios te has preguntado qué puedes hacer tú para luchar contra algo tan complejo e inmenso como el cambio climático, un fenómeno producido por la actividad humana y al que todo el mundo contribuye (en mayor o menor medida). Pues la verdad es que se pueden hacer muchas cosas y, aunque sientas que tu contribución es pequeña, cualquier reducción de las emisiones supone en alguna medida evitar, o al menos retrasar, las peores consecuencias de este cambio climático que ya está en marcha. Además, la urgencia de tomar medidas requiere que apostemos por aquellas acciones que más impacto tienen sobre el clima, y por eso aquí te traemos las seis cosas más eficaces que puedes intentar hacer tú individualmente. Pero antes un poquito, muy poquito, de ciencia:

    El cambio climático se produce por la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera (básicamente, CO2, pero también otros) debido a la acción humana. No te dejes engañar, el 99.94% de los científicos está de acuerdo. Esto aumenta la temperatura promedio de la Tierra y acaba dando lugar a olas de calor, huracanes, sequías, incendios o peores cosechas a nivel global. Los científicos también han establecido que si pasamos de 1.5ºC o 2ºC la cosa se pondrá muy fea, así que, bueno, mejor no hacerlo. Además han calculado cuánto CO2 podemos emitir para no pasarnos, que es lo que llamamos presupuestos de carbono. Individualmente se trata, por tanto, de cambiar nuestros hábitos y patrones de consumo para emitir lo menos posible, es decir, para reducir nuestra «huella de carbono». Sin embargo, hay que tener en cuenta que, a diferencia de lo que muchas veces se nos vende, es evidente que la decisión de cambiar estos hábitos individuales se da en una sociedad concreta que nos limita y nos permite sólo determinados márgenes de actuación, y eso, como veremos al final, hace que las acciones individuales sean tan necesarias como insuficientes. Dicho esto, ¿cuál es la mejor manera de reducir la huella de carbono? Allá vamos:

    1) Puedes luchar contra el cambio climático hablando del tema

    ¿Hablar? ¿Hablar reduce la huella de carbono? No, la verdad es que directamente no. Pero hablar del cambio climático es muy importante. ¿Por qué? Porque aunque a la gran mayoría nos parece un riesgo importante, la verdad es que no lo tenemos en cuenta a la hora de tomar decisiones en nuestras vidas. Nos parece importante, pero no relevante. No suele determinar dónde nos vamos de vacaciones, qué comemos o cómo vamos al trabajo. Por eso, entre todos y todas, tenemos que lograr generar un runrún colectivo sobre la importancia de actuar individual y colectivamente para frenar el cambio climático. Y podemos contribuir a ello sacando el tema de vez en cuando (no hace falta llegar al cansinismo, que puede ser hasta contraproducente) en conversaciones informales, en redes sociales, mandando memes, etc. Igual no te atreves porque piensas que no sabes suficiente del tema. ¡No te preocupes! Hace poco hicimos un kit de emergencia para las cenas familiares, de curro, etc. Aunque no sea en Nochebuena, seguro que te vale igual. 

    2) Puedes luchar contra el cambio climático cambiando tu dieta

    Considerando su efecto y sus limitados inconvenientes, cambiar la dieta probablemente sea la manera más fácil y eficaz de reducir tu huella de carbono. ¿Cómo? Consumiendo productos de proximidad que requieran menos transporte hasta tu plato, prefiriendo los alimentos de temporada y los producidos con menor cantidad de fertilizantes nitrogenados, y, sobre todo, reduciendo el consumo de productos de origen animal. Y es que la ganadería genera aproximadamente un 15% de todas las emisiones globales. Por hacernos una idea, eso es lo mismo que todo el sector del transporte y la mitad de lo que se emite para producir electricidad y calor a nivel global. Aun así, dentro del sector hay diferencias: la producción de cordero, ternera y productos lácteos son las que más emisiones implican por kg. Sin embargo, puesto que a nivel global se consume mucha más ternera que cordero, son las vacas las que suponen un verdadero problema para el clima.

    Obviamente, la mejor opción desde un punto de vista ecológico es la eliminación completa de productos de origen animal de tu dieta, el veganismo. De hecho, tal y como establece la Asociación de Nutrición y dietética estadounidense, una dieta vegetariana o vegana completa y variada es tan saludable, a corto y largo plazo, como una dieta rica en productos animales. Sin embargo, a diferencia de cuando esta opción se elige por motivos morales respecto a los animales, una reducción drástica del consumo de carne, especialmente de ternera, sería también una dieta ecológicamente sostenible.

    Elaboración propia diluvier. Fuente: Clark & TIlman, 2017

    Elaboración propia diluvier. Datos para UK. Fuente:  Scarborough et al, 2014.

    En España tenemos mucho margen para actuar: somos el segundo país europeo, y el decimocuarto a nivel mundial, en consumo de carne por persona y año. Consumimos, en promedio, unos 250g de carne al día cuando las recomendaciones para una dieta no vegetariana saludable son de 41g para las mujeres y 54g para los hombres. Reducir el consumo de carne a nivel mundial a dichas recomendaciones reduciría las emisiones de nuestra alimentación un tercio en 2050. Adoptar una dieta vegetariana lo haría en un 63%, y una vegana en un 70%.

    Finalmente, también hemos de tener en cuenta que los residuos son una importante fuente de emisiones, sobre todo los restos de alimentos. Se estima que cada año se desaprovechan en el mundo más de 1.300 millones de toneladas de alimentos, es decir, un tercio de la producción mundial. Esto supone 179 kilos de alimentos desperdiciados por habitante, y ello sin contar los de origen agrícola generados en el proceso de producción ni los descartes de pescado arrojados al mar. Estos residuos de alimentos producen metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO2, por lo que es importante tratar de reducirlos al mínimo posible en nuestros hogares.

    3) Puedes luchar contra el cambio climático usando menos el avión

    La aviación supone entre el 2 y el 3% de las emisiones globales. Puede no parecer mucho, pero si fuese un país estaría entre los 10 mayores emisores del mundo. Además, es uno de los sectores cuyas emisiones están creciendo a un mayor ritmo, de manera que su contribución podría aumentar entre un 300 y un 700% para 2050. Por si fuera poco, la aviación tiene el problema de que, al emitir CO2 y otros gases de efecto invernadero en la parte alta de la atmósfera, su efecto neto es mayor, casi multiplicándose por dos.

    Volar lo menos posible es, por tanto, una de las cosas que podemos hacer para reducir nuestra huella de carbono. La alternativa clara en este caso es el tren, cuya contribución al cambio climático es considerablemente menor, como se ve en la infografía. Obviamente, a veces no hay más remedio que usar el avión cuando los desplazamientos son largos y los motivos de causa mayor (por ejemplo, laborales o familiares), aunque en algunas ocasiones se podrían sustituir, por ejemplo, por videoconferencias, o tratar de aprovechar un único desplazamiento para realizar varias actividades.

    Sin embargo, existen muchos otros casos en los que la necesidad de dichos viajes es claramente menor. Estamos hablando, claro, del ocio personal y de las vacaciones y, concretamente, de los vuelos low-cost (que lo son precisamente por no pagar, entre otras cosas, el daño que provocan al clima). En este sentido la alternativa es reducir la frecuencia de dichos viajes, buscar otros destinos vacacionales o bien otras alternativas de ocio que no requieran de medios de transporte tan contaminantes como el avión.

    Fuente de la infografía:

    https://www.eea.europa.eu/es/pressroom/infografia/emisiones-de-dioxido-de-carbono/image/image_view_fullscreen

    4) Puedes luchar contra el cambio climático usando menos el coche

    Si puedes hacerlo, claro.

    En 2016, la movilidad urbana supuso un 10% de las emisiones de CO2 en España, de las cuales un 87% se debe al transporte de personas. El 44% de estas emisiones corresponden a las 6 grandes áreas metropolitanas (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga y Bilbao). Este porcentaje llega al 86% si se tienen en cuenta todas las áreas urbanas de más de 50.000 habitantes. Por no hablar de que la contaminación debida al uso masivo del transporte privado en zonas urbanas está asociada a muchísimos problemas de salud, que es el motivo principal por el que suele restringirse su uso.

    Por tanto, una manera de reducir tu huella de carbono es utilizar menos el coche. Pero sí, somos conscientes de que esto no siempre es posible, por ejemplo en los desplazamientos al trabajo, puesto que depende de las alternativas de transporte que estén a tu disposición. Igualmente, es mucho más sencillo prescindir del coche en zonas urbanas que en zonas rurales, en ciudades grandes que en pequeñas y, dentro de aquellas, en las zonas céntricas de las ciudades que en las periferias.

    Sin embargo, y aun teniendo en cuenta estas limitaciones, seguramente sí que sea posible reducir nuestro uso del vehículo privado en muchas ocasiones. En el caso del transporte urbano la alternativa es el uso del transporte público (autobús, metro, tranvía o cercanías) o los desplazamientos en bicicleta, a lo que se ha sumado recientemente el vehículo eléctrico compartido (coches y motos) en muchas grandes ciudades. En el caso del transporte interurbano, lo más ecológico suele ser el tren, aunque, debido al alto coste de muchos de los trayectos en alta velocidad y al estado de muchas líneas de la red tradicional, a veces sea necesario recurrir a otras formas más contaminantes, pero también más asequibles, como el autobús o los coches compartidos.

    ¿Y el coche eléctrico qué? Teniendo en cuenta el ciclo global de producción del coche eléctrico, las estimaciones más optimistas reducen las emisiones asociadas a su uso a un 50% respecto a las de uno que use combustibles fósiles. Pero aunque es cierto que esto puede suponer una reducción de nuestra huella de carbono (para el que se lo pueda permitir, claro) en ningún caso el coche eléctrico debería ser el eje central sobre el que pivotase la reducción de las emisiones asociadas al transporte urbano e interurbano. Entre otras cosas porque su proliferación excesiva implicaría agotar recursos no renovables (como tierras raras).  

    5) Puedes contratar energía procedente de fuentes renovables

    En España la electricidad genera el 22% de las emisiones, una cifra que varía dependiendo de la cantidad de electricidad de origen renovable que se produce en cada momento. Aunque individualmente no podemos cambiar el sector energético español, sí que existen formas de contribuir a este proceso, entre las que se encuentra contratar la electricidad con alguna de las comercializadoras que sólo suministran energía renovable, como Som Energia o las cooperativas que forman parte de la Unión Renovables. Aunque el origen de la energía eléctrica que consumimos depende de dónde vivimos y no de la comercializadora que contratemos, se ha creado un sistema por el cual estas cooperativas pueden garantizar que la cantidad de energía que has consumido se ha generado a partir de fuentes renovables, lo que hace que aumente la demanda de este tipo de energía y fomentemos su expansión. Además de favorecer a empresas diferentes a las del famoso «oligopolio», estas cooperativas también suelen tener proyectos propios de generación de energía renovable en los que se puede participar de diferentes formas, y fomentan el ahorro y la eficiencia energética.

    A efectos prácticos, el cambio a estas comercializadoras es más sencillo que una portabilidad de móvil, los precios son muy similares y el servicio es igual o mejor que el de las grandes eléctricas, además de permitirte, si te apetece, participar activamente en la empresa por tratarse de cooperativas. Desde luego sería de las medidas más sencillas y rápidas que podemos tomar.  

    6) Puedes implicarte colectivamente

    Jejeje… Sí, ya, esta última es trampa, pero es que es muy importante, ya que el enfoque puramente individualista es insuficiente e injusto.

    Insuficiente, porque es cierto que podemos aportar nuestro pequeño granito de arena contra el cambio climático, pero sólo haciendo cosas a nivel individual no vamos a conseguir evitar a tiempo sus peores consecuencias. Necesitamos organizarnos colectiva y políticamente para obligar a las personas que mandan a que tomen medidas más ambiciosas para mitigar y adaptarnos al cambio climático que ya estamos sufriendo. Y que irá empeorando si no actuamos cuanto antes.

    Pero es que además es injusto. En España, la huella de carbono media en 2007 era de unas 12,5 toneladas de CO2 (tCO2) al año. Pero claro, las medias suelen esconder tanto como muestran. La huella de carbono está muy desigualmente repartida, como pasa con la riqueza. De hecho, la huella de carbono individual está completamente asociada a la riqueza. Las personas que más tienen, y por tanto, las que más gastan, son también las que tienen mayores huellas de carbono. Esto ocurre tanto a nivel global como a nivel nacional. Por ejemplo, el 10% más rico del mundo emite el 50% de las emisiones asociadas al consumo, mientras que el 50% más pobres sólo emite el 10%, lo que da lugar a este indignante gráfico en forma de embudo.  

    En el Estado español la cosa es similar, aunque no tan dramática.

    Mientras que el 10% más rico emite casi 30 toneladas de CO2 al año, el 10% más pobre no llega ni a 5, es decir, unas seis veces menos. Por esto las soluciones individuales, aunque necesarias, son tan injustas. Necesitamos organizarnos de forma colectiva (ver apéndice) para que se tomen medidas políticas e institucionales de forma que quienes más emiten sean los que más tengan que reducir sus huellas de carbono y no seamos las personas de siempre las que nos apretemos el cinturón para que otras puedan vivir a todo tren… de emisiones.

    Apéndice: Colectivos Ecologistas y contra el cambio climático

    [Si conoces algún otro colectivo implicado en la lucha contra el cambio climático, escríbenos a contraeldiluvio@gmail.com y actualizaremos la lista]

    Si eres de Madrid puedes escribirnos a contraeldiluvio@gmail.com

    Ecologistas en Acción tiene grupos por toda la península:

    https://www.ecologistasenaccion.org/?page_id=71615

    En Barcelona:

    Red Málaga por el Clima: http://redmalagaporelclima.org/

    Red Sevilla por el Clima: http://www.redsevillaporelclima.org/

    Mesa Granada por el Clima: https://twitter.com/granadaxelclima?lang=es

    Valencia: http://accioecologista-agro.org/

    http://www.medioambienteycambioclimatico.org/

    Iruña/Pamplona: http://redgenerocambioclimatico.org/

    Murcia: http://www.nuevaculturaporelclima.org/

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  • La brecha de emisiones y la acción colectiva

    La brecha de emisiones y la acción colectiva

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    El pasado 31 de octubre se publicó el Emissions Gap Report. La brecha de emisiones a la que hace referencia el título del informe es la que existiría en 2030 entre la reducción necesaria para evitar superar los +2ºC en 2100, y la que prevén las contribuciones nacionales estipuladas en el acuerdo de París de 2015 (figura 1). Tras leer el resumen ejecutivo, desde Contra El Diluvio queremos resaltar una serie de puntos. No vamos a entrar en las medidas técnicas propuestas, que intentaremos valorar más adelante.

    La brecha de emisiones

    La principal conclusión que se desprende del informe es que, como ya sabíamos, los recortes de emisiones nacionales acordados (técnicamente se llaman, NDC – Nationally determined contributions) en París son totalmente insuficientes para alcanzar el objetivo declarado del acuerdo: “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 ºC con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 ºC”. Este es el gran problema. Se acuerda un objetivo pero, puesto que las contribuciones son definidas de forma voluntaria por cada país y no se establece mecanismo alguno para garantizar su cumplimiento, todo depende de la buena voluntad, ejem ejem, de los firmantes. Esa “buena voluntad” se traduce en que las reducciones presentadas por los países apenas son un tercio de las necesarias en 2030. De ahí la brecha de emisiones.

    Una fecha clave: 2030

    Debido a esto, el texto es explícito en pedir “acción urgente a corto plazo” y “mayor ambición a largo plazo” para cerrar dicha brecha en 2030, ya que de no hacerlo, sería “extremadamente improbable” alcanzar el objetivo de no superar los +2ºC. De hecho, si se cumpliesen completamente los NDC, en 2030 habríamos consumido un 80% del presupuesto de carbono establecido para no superar los +2C con un 66% de probabilidad y la totalidad del de +1.5ºC (aquí tienes más info sobre los presupuestos de carbono) Resumiendo, según el informe, la próxima década será crucial para tomar las medidas más importantes para mitigar el cambio climático en las décadas siguientes. En la línea de otros artículos aparecidos este año (este o este, por ejemplo), queda claro que nos vamos a jugar la gravedad del cambio climático ya en marcha en, esencialmente, los próximos 13 años.

    Se puede, pero no quieren

    Un punto clave que destaca el informe es que el recorte de emisiones necesario en 2030 puede establecerse con tecnología ya existente (esencialmente: más renovables, mayor eficiencia, reforestación y parar la deforestación) y a un coste asumible. Vamos, que básicamente nos están diciendo que nos enfrentamos a un problema político y económico, no técnico((Es cierto que existen impedimentos técnicos importantes para la descarbonización total del sistema. Y de hecho, nosotros pensamos que ésta sólo podrá venir del establecimiento de un sistema poscapitalista, democrático y ecológicamente sostenible. Pero en este caso estamos hablando de una descarbonización parcial en 2030, no tan radical.)). Se podría decir que “sí se puede, pero no quieren”. Pero no seamos inocentes, el problema no se reduce a la falta de voluntad de los políticos o lo malos que son (que algunos lo serán, claro). La política tiene lugar en el seno del capitalismo y, en este, en última instancia es la lucha de los diferentes intereses materiales en conflicto la que determina lo que al final es posible. Puede que las transformaciones energéticas sean ecológicamente necesarias y beneficiosas para la inmensa mayoría, pero perjudicarían a lobbys tremendamente poderosos (gasísticas, petroleras, etc… y las finanzas que invierten en ellas) y con mucho dinero que gastar para que esto no ocurra. Por decirlo claramente, para que se pueda, cuando no quieren, hay que tener poder, hay que construirlo. A la hora de la verdad, sólo la acción colectiva de una mayoría inmensa va a redundar en provecho de la inmensa mayoría.

    Espera, no es 2030, es 2020 🙁

    La cosa es que las NDC del acuerdo de París se actualizarán a los cinco años de su firma, es decir, en 2020. Y este es el gran problema, ya que como subraya el informe, si se deja pasar la opción de revisar los NDC en 2020, será prácticamente imposible cerrar la brecha de emisiones en 2030. O sea, que hay prisa: tenemos un par de años para lanzar un proceso de movilización y articulación política con la capacidad de obligar a que empresas y gobiernos implementen las medidas necesarias para lograr mayores recortes de emisiones. Tenemos tarea.

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