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  • Los calentamientos súbitos estratosféricos y El Niño

    Los calentamientos súbitos estratosféricos y El Niño

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    Este invierno se  está hablando, y más que se va a hablar, de dos fenómenos muy interesantes, los calentamientos súbitos estratosféricos y El Niño. Desde antes del invierno hay un evento El Niño gestándose en el Pacífico y la estratosfera también nos ha mostrado uno de sus fenómenos más característicos. Así que hemos puesto a trabajar a nuestro amplio departamento científico para explicar en qué consisten y además meterlos juntos en un mismo texto sin que desentonen.

    Aquí la versión en vídeo del artículo.

    Empecemos por entender qué son los calentamientos súbitos estratosféricos. La verdad es que su nombre ya lo dice todo… pero ¡intentemos llenar un par de líneas más! Estos fenómenos son la mayor fuente de variabilidad de la estratosfera, la capa atmosférica que está inmediatamente por encima de la troposfera y que abarca alturas desde los 11 o 17km (dependiendo de la latitud en la que nos encontremos) hasta los 50 km. La estratosfera está caracterizada por fuertes vientos del este durante el verano boreal y vientos del oeste durante el invierno. Estos vientos del oeste dan lugar a un fuerte vórtice que domina la estratosfera polar durante el invierno del hemisferio norte (como ya explicamos en un texto previo). Sin embargo, este fuerte vórtice polar se debilita en ocasiones por la abrupta aparición de vientos del este, es decir, por motivos que aún se desconocen, los fuertes vientos del oeste de repente pasan a ser del este (¡BOOM!). La aparición de estos vientos del este está asociado a un debilitamiento y calentamiento de la estratosfera, de ahí que estos eventos se conozcan como calentamientos súbitos estratosféricos o, en inglés, Stratospheric Sudden Warmings (SSWs).

    Figura 1. 60 días antes y 60 después de SSWs para las anomalías de temperatura (50-90ºN) en contornos de 2K y promedio zonal del viento zonal (60ºN) en colores. (Butler et al. 2017)

    El reciente SSWs vino a felicitarnos el año nuevo, como muestra Harry, el cambio del viento (pasó a ser negativo) se produjo el 1 de enero:

    Figura 2. Cortesía del tuiter de Harry Spoelstra.

    Los SSWs se dan con una frecuencia de 6 eventos por década aproximadamente y aunque se producen en la alta estratosfera (en torno al nivel de 10 hPa o 50 km) su señal puede propagarse hacia la troposfera e impactar en los patrones de vientos en superficie en los dos meses siguientes a su detección. Esto se debe a que la masa cálida asociada al SSW desciende con el paso de los días aumentado la presión al nivel del mar sobre las latitudes polares, dando lugar a una fase negativa de la Oscilación del Atlántico Norte (North Atlantic Oscillation, NAO de sus siglas en inglés). La NAO consiste en una variación entre bajas y altas presiones centradas sobre Islandia y las Azores, respectivamente. En condiciones de NAO negativa, como la que se tiene en respuesta a algunos SSWs (2/3 de ellos), se debilitan la baja sobre Islandia (recordemos que la masa descendente aumenta la presión en superficie sobre el polo) y la alta de las Azores. Como consecuencia, la corriente en chorro que fluye hacia Europa desde el oeste se ralentiza y se desplaza hacia el sur, y con él también se desplazan hacia el sur las trayectorias de las tormentas, dando como resultado condiciones más húmedas y cálidas en el sur de Europa, y condiciones frías y secas en el norte. Además está configuración también puede incrementar la ocurrencia de bloqueos atmosféricos en el norte de Europa, asociados también a condiciones frías en estas regiones, como las que se están dando ahora en el norte de Europa y Reino Unido. Así, podemos afirmar que los SSWs tienen un impacto en superficie, es decir, en el tiempo. Aunque no todo lo que ocurra en superficie es culpa de los SSWs, recordemos que en la troposfera hay gran variabilidad y otras muchas fuentes de influencia.

    Figura 3. Fase negativa de la NAO (MetOffice.gov.uk)

    Ahora bien, ¿qué pinta El Niño en todo esto, si es algo que pasa allá por los mares del Pacífico? Efectivamente, El Niño (ENSO, El Niño-Southern Oscillation) es un fenómeno atmosférico y oceánico que se produce en el este del Pacífico ecuatorial. Con un  periodo de entre 2 y 7 años, los vientos que típicamente soplan desde el este a lo largo del ecuador se debilitan, y el agua cálida que normalmente sea acumula en el oeste del Pacífico se desplaza hacia el este. Esto resulta en un calentamiento anómalo de las aguas del este del Pacífico ecuatorial. Estas anomalías cálidas son de 1ºC o 2ºC para los eventos más intensos, pero este exceso de calor implica una gran energía,  energía que es liberada a la atmósfera. Así, El Niño es capaz de modificar el patrón de precipitaciones en la cuenca del Pacífico, dando lugar a fuertes precipitaciones en la costa oeste de América del Sur, pero también modifica las condiciones climáticas de muchas regiones alrededor del globo. Incluso tiene un impacto en Europa. ¿Cómo? ¡Pues mediante la estratosfera! ¡He aquí nuestra doble pirueta!

    Figura 4. Anomalías de temperatura superficial de El Niño en colores (McPhaden et al., 2006)

    A consecuencia de El Niño, hay una mayor propagación de ondas atmosféricas desde el ecuador hacia las altas latitudes y también hay una mayor propagación de ondas desde la troposfera extratropical hacia a la estratosfera. La estratosfera polar permite que las ondas penetren en ella, pero en un momento dado estas ondas se disipan y su energía es transferida a la estratosfera. Esta energía extra que recibe la estratosfera resulta en un debilitamiento del vórtice polar (nuestro viejo conocido) y como ya hemos indicado, un debilitamiento de los vientos del oeste está asociado a, efectivamente, ¡un calentamiento! En consecuencia, se dice que la respuesta estratosférica a un evento de El Niño es un calentamiento y por el mismo mecanismo que hemos visto antes, la señal de El Niño también puede modificar el tiempo en Europa, dando lugar a una fase negativa de la NAO.

    No se sabe si los Niños favorecen la ocurrencia de calentamientos súbitos estratosféricos o si son fenómenos independientes, pero sí se ha podido comprobar que durante inviernos en los que se produce un evento El Niño y uno o más SSWs, la predictibilidad estacional sobre Europa mejora. Es decir: conocer lo que ocurre en el Pacífico y sobre el polo norte puede ayudarnos a entender y predecir el tiempo que vamos a tener en Europa. Pero de nuevo, no nos utilicéis como predictores de lluvia, ¡por favor! Lo del diluvio no va por ahí, no os penséis.

    Figura 4. Cortesía del tuiter de Daniela Domeisen

    Dada la relevancia de El Niño en modificar patrones globales de tiempo su análisis es muy importante en el contexto de cambio climático, pero los diversos estudios realizados en este aspecto aún no son capaces de mostrar un acuerdo: se baraja la posibilidad de que El Niño cambie su lugar preferente de ocurrencia, desplazando sus máximas anomalías hacia el centro del Pacífico, lo que cambiaría los impactos que tiene actualmente, también se habla de una posible mayor frecuencia. Pero como ya hemos dicho no hay resultados concluyentes y poco podemos decir al respecto.

    Sin embargo, es indudable que la energía liberada por El Niño aumenta la temperatura global del planeta y ante un nuevo niño podemos volver a batir otro nuevo récord de temperatura global del planeta, ¡Tendremos que estar atentos!

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  • El vórtice polar tembloroso, la ciclogénesis explosiva y el cambio climático: por qué te quedaste atrapado en la AP6

    El vórtice polar tembloroso, la ciclogénesis explosiva y el cambio climático: por qué te quedaste atrapado en la AP6

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    [Esta entrada ha sido modificada el jueves 11 de enero para matizar algunas conclusiones, a raíz de la publicación de este artículo.]

    Varios miles de personas han pasado su día de Reyes atrapadas por la nieve entre Segovia y Madrid. Pero esto, aunque haya sido lo que nos tocaba más de cerca, no es más que el colofón a una semana llena de fenómenos de tiempo extremo en el hemisferio norte: inundaciones en Galway, olas de agua helada en Boston y miles de iguanas atontadas por las temperaturas de cero grados en Florida (lo que en algún caso ha dado lugar a tragicómicas situaciones, como un señor que recogió cientos de ellas para hacerlas a la brasa, sin darse cuenta de que estaban dormidas, no muertas, hasta que se despertaron todas en su coche y provocaron un accidente).

    Pero, ¿es esto extraordinario? ¿Tiene que ver con el cambio climático? Por no andarnos con rodeos, y por mucho que pese a algunos a lo primero y no del todo a lo segundo. No es raro que haga frío en invierno, ni en el noreste de los Estados Unidos ni en Segovia, ni que haya tormentas en Irlanda. Pero sí es infrecuente que a una semana en que las cataratas del Niágara se quedan medio heladas le sigan inundaciones en Boston fruto de una tormenta extratropical con vientos huracanados.

    Vamos a intentar explicar a qué se debe cada uno de estos fenómenos, y cómo están relacionados entre sí y con el cambio climático, que nunca es tarde para añadir algo más a tus ya amplios conocimientos climáticos.

    En primer lugar, la ola de frío que ha congelado a las iguanas de Florida. En la siguiente imagen se ve la anomalía de temperatura para el domingo 7 de enero de 2018, es decir, la diferencia entre la temperatura de ese día y la media climática para esa fecha. Se observa que el este de los EEUU (así como la Península Ibérica) está más frío de lo normal, y el Atlántico está, en general, más caliente de lo habitual.

    Este frío extremo (en algunas zonas de la costa estadounidense hay temperaturas hasta 20 grados por debajo de lo habitual para estas fechas) está relacionado con una invasión de aire muy frío procedente del polo norte. ¿Y por qué decide el aire polar descender hasta nuestras normalmente templadas latitudes? Pues porque el vórtice polar se ha debilitado.

    Ok, explicamos qué es el vórtice polar y cómo se debilita, usando para ello esta otra figura y un sencillo vídeo.

    La zona azul es una región de bajas presiones, que normalmente (imagen de la derecha) está confinada al polo norte y alrededores (como mucho baja hasta una latitud de 60 grados). La latitud de Oslo, por ejemplo. Esto se debe a que en la capa superior de la troposfera hay permanentemente vientos muy fuertes (la corriente de chorro) circulando de oeste a este. En invierno, estos vientos son tan intensos que aíslan el aire frío en esa región. Sin embargo, si esta corriente se debilita, tenemos lo que se ve en la imagen de la izquierda: meandros, desplazamientos del aire frío a latitudes más bajas y de aire cálido a latitudes más altas. En lo que respecta al debilitamiento del vórtice polar (que ha ocurrido otras veces, la última vez que fue tan llamativo fue en 2014) y aunque hace falta más estudio, parece que el calentamiento del Ártico lleva a que disminuya la diferencia de temperatura entre el Atlántico y el polo, debilitando la corriente de chorro y, por tanto, permitiendo estas excursiones del aire frío a nuestras latitudes. Exactamente eso está pasando ahora, como muestra la siguiente figura:

    Hay zonas, como Alaska, que normalmente están bien dentro de la región de bajas presiones, y que ahora se encuentran en la frontera, mientras que el noroeste de Estados Unidos (y en menor medida, la Península Ibérica) están en “bolsas” de bajas presiones situadas anormalmente al sur. Que la presión atmosférica sea baja hace que sea posible que llegue aire de otras regiones adyacentes de presión más alta. En este caso permiten la llegada de aire frío de la región polar, lo que da lugar a, de nuevo, iguanas congeladas y gente atrapada en sus coches entre Segovia y Madrid.

    Eso en lo que respecta al frío. Pero ¿y las tormentas extratropicales?

    Pues es que a la vez que el frío del polo estamos teniendo temperaturas anormalmente altas en el océano Atlántico, debido en parte a los meandros que forma el vórtice polar: en medio del océano la frontera entre aire polar (frío y seco) y aire templado y húmedo está más al norte de lo normal. Y temperaturas más altas implican más energía liberada a la atmósfera, lo que da lugar a la posibilidad de tormentas más fuertes. La tormenta que está afectando al este de Estados Unidos es nuestra vieja conocida la ciclogénesis explosiva: una profundización muy brusca de una baja presión, que da lugar a vientos muy fuertes y repentinos. Allí, como son más exagerados, la han llamado BOMBOGÉNESIS o weather bomb. Nuestro departamento de marketing toma nota.

    Y llegamos a la relación de ambas cosas con el cambio climático. En lo que respecta a las tormentas está claro, ¿no? El planeta, y en particular los océanos, se calientan y liberan calor y humedad a la atmósfera, y tienes este tipo de fenómenos extremos en regiones en las que antes eran extraordinariamente poco comunes. Y, en cuanto a las olas de frío, el calentamiento del Ártico (la zona del planeta en la que está aumentando más la temperatura) lleva a que disminuya la diferencia de temperatura entre el Atlántico y el polo, debilitando la corriente de chorro y facilitando el descenso de masas de aire frío a nuestras latitudes. Es cierto, eso sí, que al estar el aire sobre el Ártico más caliente, las olas de frío cada vez son menos frías.

    https://www.youtube.com/watch?v=N3FQHW6ndtY&feature=youtu.be

    O sea, que la lucha contra el cambio climático no solo sirve para evitar veranos abrasadores, sino que estos sean interrumpidos por olas de frío comparativamente heladas -aunque no sean TAN frías como las de nuestros abuelos. Eso sí, si seguimos en este plan, tendremos muchas más posibilidades creativas para escribir ficción climática. ¡No todo van a ser desiertos y subidas del nivel del mar!

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  • Cuatro cursos sobre cambio climático que empezar (y seguramente no terminar) en 2018

    Cuatro cursos sobre cambio climático que empezar (y seguramente no terminar) en 2018

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    Empieza un nuevo año y con él nuevos propósitos, como aprender más sobre aquellos temas que nos interesan. Gracias a internet tenemos a nuestra disposición miles de cursos de temas muy variados, incluyendo por supuesto el cambio climático. Si eres de las personas que empieza a tener conciencia del reto ingente que supone este fenómeno para la humanidad (¡estamos cambiando el clima!) y te gustaría conocerlo un poco mejor, o ya tienes conocimientos básicos pero te apetece profundizar en temas más concretos, a continuación hacemos un repaso de algunos cursos que pueden interesarte.

    Cambio climático: evidencias, causas socioeconómicas y soluciones (Miriadax)

    La primera edición de este curso, organizado por la Universidad de Salamanca con Ecologistas en Acción, promete y mucho. Cuenta con la participación de numerosos expertos de universidades españolas y otras entidades que ofrecerán un repaso no solo de los aspectos científicos del cambio climático, sino también de las propuestas de solución, desde los acuerdos internacionales a las cuestiones sociales. Plantean que no es un curso para tratar el tema en profundidad, aunque se aportarán lecturas y materiales para quien quiera profundizar, así que nos parece que puede ser una forma estupenda de aproximarse al cambio climático o de obtener recursos sobre determinados temas.

    Fecha de inicio: 29 de enero de 2018

    Duración: 7 semanas

    Dedicación estimada: 35 horas de estudio

    Introducción al Cambio Climático (UN CC: e-Learn)

    Este curso forma parte de la plataforma de Naciones Unidas: Asociación para el Aprendizaje sobre el Cambio Climático. Consta de 6 módulos para los que está prevista una dedicación de 2 horas cada uno. En ellos se repasa la evidencia científica del cambio climático, el marco jurídico y normativo internacional, la adaptación y la mitigación, la financiación y la planificación. La perspectiva es la de Naciones Unidas (no esperéis una visión muy crítica de las dinámicas socioeconómicas), pero puede servir de introducción breve a algunas cuestiones fundamentales y ofrece la visión que se tiene del cambio climático desde las instituciones internacionales. También cabe destacar que en esta plataforma encontramos otros cursos específicos que pueden resultar interesantes, como “Los niños y el cambio climático”, “Las ciudades y el cambio climático”, “Salud humana y cambio climático”, y otros, de momento en inglés, que engloban desde la información climática hasta cuestiones específicas como REDD+.

    Fecha de inicio: curso autorregulado (Cualquier persona puede matricularse en el momento que desee, no hay plazo para completar el curso)

    Dedicación estimada: 12-18 horas. Los módulos son independientes y pueden completarse en cualquier orden.

    Making Sense of Climate Science Denial (edX) (en inglés)

    En Contra el Diluvio somos muy fans de la página Skeptical Science, y sus creadores están detrás de este estupendo curso organizado por la Universidad de Queensland. El curso (por el momento sólo disponible en inglés) se centra en ir desmontando los principales mitos sobre el cambio climático empleados por los negacionistas, incluyendo un análisis de los aspectos psicológicos que promueven este negacionismo, y en el proceso va explicando de forma amena pero rigurosa la ciencia del cambio climático. Ofrece recursos para dar respuesta a cualquier negación del cambio climático aportando argumentos científicos, y cuenta con la participación de David Attenborough, Michael Mann, Katharine Hayhoe, Naomi Oreskes… (si ya estás familiarizada con el cambio climático, compartimos tu emoción en este momento). Aunque algunos módulos pueden resultar algo áridos para las personas menos familiarizadas con la ciencia, las explicaciones son muy sencillas, amenas y divulgativas, así que es un curso para todos los públicos.  Además, en su canal de youtube puedes encontrar entrevistas completas a los y las expertas que han colaborado en el curso.

    Por otra parte, en edX también podéis encontrar otro montón de cursos para todos los gustos e intereses → https://www.edx.org/course?search_query=climate+change

    Fecha de inicio: 9 de enero de 2018

    Duración: 7 semanas

    Dedicación estimada: 2-4 horas de estudio por semana

    Global Warming I: The Science and Modeling of Climate Change

    Para acabar, si lo que te interesa es entender en detalle las bases físicas del cambio climático, este es tu curso. David Archer, profesor del departamento de Ciencias Geofísicas de la Universidad de Chicago nos explica de forma sencilla pero rigurosa los conceptos básicos necesarios para comprender un poco mejor el clima global y cómo lo altera la acumulación de gases de efecto invernadero. También puedes encontrar las clases en su página web de la universidad. Un buen complemento, o alternativa, para el curso es su libro Global Warming: understanding the forecast.

    Fecha de inicio: Suele haber sesiones cada pocas semanas. La próxima empieza el 22 de enero.

    Duración:  12 semanas

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  • “Sí, esta ola de calor se debió al cambio climático”

    “Sí, esta ola de calor se debió al cambio climático”

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    Durante años, al informar de los llamados eventos extremos (olas de calor, temperaturas récord, sequías, etc.. ) siempre se decía que no se podía afirmar que este o aquel evento particular estuviesen causados por el cambio climático. Bueno, pues se acabó. El pasado 13 de diciembre, la AMS (American Meterological Society) publicó un informe en el que, estudiando 27 eventos extremos ocurridos en 2016, demostraba que en 21 de ellos el cambio climático era un “factor relevante” y que 3 de ellos no hubiesen ocurrido en ausencia de la acción humana sobre el clima.

    Esto ha sido posible gracias a la mejora de los llamados “métodos de detección y atribución” (es una palabra horrible, sí, pero en inglés se usa esa. Al final te acostumbras, ya verás). Estos métodos comparan los fenómenos extremos observados en el mundo real, en el que el incremento de CO2 en la atmósfera debido a la quema de combustibles fósiles ha calentado el planeta en torno a 1ºC por encima de la época pre-industrial, con modelos en los que se elimina este efecto antropogénico. De esta forma es posible estimar cual es la probabilidad de que un determinado evento hubiese ocurrido si los humanos no llevásemos 150 años emitiendo gases que alteran el clima de forma significativa.

    La importancia del informe radica en que generalmente los científicos son bastante cautos y se limitan a establecer que el cambio climático aumenta la probabilidad o el riesgo de los eventos climáticos extremos. Para el editor en jefe del informe, Jeff Rosenfeld, éste supone “un cambio fundamental” y, dejando a un lado las precauciones habituales, afirmó que “el cambio climático fue una condición necesaria para algunos de estos eventos del 2016. Necesaria para que tuvieran lugar. Eran imposibles en el viejo clima”

    Aun así, no todos los fenómenos extremos son iguales. Mientras algunos como las temperaturas record o las olas de calor son más fácilmente atribuibles al cambio climático, otros como las sequías o los huracanes (debido a su baja frecuencia) no lo son tanto. De hecho, para varios eventos extremos ocurridos en 2016 no se ha podido comprobar que no hubiesen en ausencia del calentamiento global. Es el caso de la sequía ocurrida en Brasil, en la que ha podido jugar un papel crucial El Niño. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que, tal y como ha afirmado el climatólogo Michael Mann, los métodos utilizados podrían subestimar el impacto del cambio climático en los eventos extremos.

    Y ahora, para acabar, sin más dilación ni preámbulo, aquí van los tres greatest hits del cambio climático en 2016:

    Con el número 1, el auténtico rompepistas de esta temporada, el aumento récord de temperaturas en todo el planeta. Oh, yeah, ha sido un año muy, muy caliente, baby. Basta. Pero sí, 2016 fue el año más caluroso desde que tenemos registros, superando los récords anteriores registrados en 2015 y 2014. A destacar el récord de temperaturas en el Ártico, llegando a veces a alcanzar unos brutales 20ºC por encima de la media en Otoño.

    En realidad, 16 de los 17 años más calurosos desde que medimos las temperaturas han tenido lugar desde el año 2000, lo que nos indica el ritmo vertiginoso que está cogiendo el cambio climático. La verdad, no nos vendría mal que fuese un poco más DESPACITO, eh, eh. (Perdón, en serio que ya paro).

    En segundo lugar, la ola de calor que afectó Asia en 2016, de la que explícitamente se dice “no hubiera sido posible sin el cambio climático”, incluso teniendo en cuenta que El Niño iba a contribuir a calentar el sudeste asiático. En mayo de 2016, dicha ola de calor batió todos los récords de temperatura en Tailandia, Laos y Camboya, por encima de los 44.6 ºC. Las consecuencias fueron enormes pérdidas en los cultivos, animales muriendo debido al calor, cortes de agua, un nuevo récord en el consumo de energía, así como más de 150 muertes asociadas a la misma.  

    El tercer evento que no hubiese podido ocurrir en ausencia del cambio climático han sido  los llamados “puntos calientes” del Pacífico: regiones marinas en las que se registran temperaturas anormalmente altas. Concretamente, las temperaturas oceánicas del golfo de Alaska, el mar de Bering y el norte de Australia han sido las más elevadas en los últimos 35 años de mediciones por satélite. Estos aumentos han dado lugar a los eventos masivos de blanqueamiento de Coral en la Gran Barrera y una de las peores proliferaciones de algas en la costa de Alaska. En ambos casos el informe señala que las anomalías de temperatura observadas “no pueden ser explicadas en ausencia del calentamiento global antropogénico”.

    Resumiendo, este informe se suma a la evidencia científica de que el cambio climático no sólo es real y causado por los seres humanos, sino de que va a peor y que necesitamos actuar cuanto antes. Vale, es normal que este tipo de noticias nos depriman o nos den una poca de ansiedad, pero tranquilos, debemos recordar que estamos a tiempo de minimizar y adaptarnos a los peores efectos del cambio climático. Hay muchas cosas que podemos hacer a nivel individual y colectivo para pasar por encima de los intereses del lobby fósil y construir una sociedad más sostenible e igualitaria. No será fácil, pero ahí está el reto.

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  • Cambio climático y cenas familiares: un kit de emergencia

    Cambio climático y cenas familiares: un kit de emergencia

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    ¡Llegan las cenas familiares y llegan las terribles conversaciones con familiares! ¡O no! Puede que esta sea una excelente oportunidad para convertirte tú, amable lector, en la persona que da la chapa a la familia con un tema de la máxima importancia: el cambio climático y cómo enfrentarse a él. Para ello, hemos preparado un par de documentos que podrían serte de mucha utilidad.

    Si lo que necesitas es una introducción sencilla y comprensible al cambio climático, algo que contar entre plato y plato, en este pdf está lo que necesitas: Introducción navideña al cambio climático [pdf]. Es accesible, no hay casi números y si el tu interlocutor se se queda con dudas, siempre puedes referirlo a nuestro fanzine, a la charla básica sobre cambio climático o al blog, así en general. Lo tienes aquí también.

    Sin embargo, puede ser que te encuentres en una situación en la que tu interlocutor exprese dudas importantes, niegue la existencia del cambio climático o, sencillamente, esté completamente equivocado en su concepción de este problema. En ese caso, hay que recurrir a elementos más… persuasivos. Y para ello hemos preparado ¡este estupendo dossier de cinco páginas en las que respondemos a algunos de los comentarios más comunes y erróneos sobre el cambio climático! [pdf] ¡Con esto y lo anterior, estás preparada para cualquier guerra conversacional en el seno de la familia, la empresa o la cuadrilla!

    Suerte, y si necesitas apoyo, sabes dónde encontrarnos.

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  • Desmontando el negacionismo del cambio climático – Navidad 2017

    Desmontando el negacionismo del cambio climático – Navidad 2017

    [fusion_builder_container hundred_percent=»no» equal_height_columns=»no» menu_anchor=»» hide_on_mobile=»small-visibility,medium-visibility,large-visibility» class=»» id=»» background_color=»» background_image=»» background_position=»center center» background_repeat=»no-repeat» fade=»no» background_parallax=»none» parallax_speed=»0.3″ video_mp4=»» video_webm=»» video_ogv=»» video_url=»» video_aspect_ratio=»16:9″ video_loop=»yes» video_mute=»yes» overlay_color=»» video_preview_image=»» border_size=»» border_color=»» border_style=»solid» padding_top=»» padding_bottom=»» padding_left=»» padding_right=»»][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=»1_1″ layout=»1_1″ background_position=»left top» background_color=»» border_size=»» border_color=»» border_style=»solid» border_position=»all» spacing=»yes» background_image=»» background_repeat=»no-repeat» padding_top=»» padding_right=»» padding_bottom=»» padding_left=»» margin_top=»0px» margin_bottom=»0px» class=»» id=»» animation_type=»» animation_speed=»0.3″ animation_direction=»left» hide_on_mobile=»small-visibility,medium-visibility,large-visibility» center_content=»no» last=»no» min_height=»» hover_type=»none» link=»»][fusion_text][Este mismo texto está disponible en pdf aquí.]

    Ya se está acercando la Navidad, y con ella el momento más temido del año: la cena de Nochebuena. Aunque Cataluña parte como el tema favorito de conversación de tu tío, la experiencia nos demuestra que hará lo posible para no dejar un charquito sin pisar, así que hazte a la idea de que vas a tener que poner los ojos en blanco con el tema del cambio climático. Desde Contra el diluvio queremos que vayas bien preparada a la cena, porque es una oportunidad fantástica para hablar del tema sin que puedan decir que “ya está otra vez la pesada ésta con la matraca”, así que nos hemos querido adelantar (con la ayuda de SkepticalScience) y comentar los que creemos que serán algunos de los comentarios más sonados. 

    1. Aquí la gente está perdiendo la cabeza, como si no hubiese cambiado el clima antes.

    El clima ha cambiado antes, efectivamente. Detrás de la mayoría de esos cambios se encontraban también los gases de efecto invernadero (principalmente el CO2 y, en menor medida, el metano): a mayor concentración de dichos gases mayor temperatura, y viceversa. Que el clima haya cambiado antes por causas ajenas al ser humano no implica que el cambio actual no lo estemos causando nosotros: nuestras emisiones de gases de efecto invernadero son el principal motor del cambio climático que estamos viviendo. Los seres humanos estamos emitiendo grandes cantidades de gases de efecto invernadero y a un ritmo mucho más rápido que el de cualquiera de los cambios climáticos destructivos que ha experimentado el planeta en el pasado.

    La situación actual de la humanidad no tiene precedentes en la historia porque los cambios climáticos más importantes que se han dado desde el origen del planeta fueron ciclos glaciales que ocurrieron mucho antes de que se desarrollasen la civilizaciones humanas. Desde hace unos 12.000 años la humanidad no ha experimentado un clima global tan cálido como el actual (fenómenos como el período cálido medieval, por ejemplo, afectaron sólo a ciertas regiones del planeta, mientras que la temperatura global se mantuvo consistentemente por debajo de la actual). Los cambios bruscos de temperatura con los que podemos compararnos (causados por emisiones inmensas de gases de efecto invernadero como consecuencia principalmente de erupciones masivas de volcanes que no se han vuelto a producir desde hace 16 millones de años, cambios en la órbita del planeta o fluctuaciones solares) fueron increíblemente destructivos para la vida, causando extinciones masivas como las del final del Pérmico, el Triásico (hace 251 y 201 millones de años, respectivamente). Los síntomas de dichos cambios (aumento brusco de las emisiones de carbono y de las temperaturas globales, aumento del nivel del mar, acidificación de los océanos…) son idénticos a los actuales, y supusieron en algunos casos la desaparición del 90% de las especies y la inhabitabilidad de grandes partes del planeta.

    2. Sí, bueno, a saber cómo mide esta gente la temperatura, que lo mismo te planta los termómetros rodeados de asfalto.

    La medida correcta de las temperaturas en la superficie del planeta a nivel global es fundamental para el estudio del clima. En la actualidad hay más de 30.000 estaciones a lo largo del mundo, y 7.000 de ellas disponen de un registro continuado que se extiende durante años. Además, dichas estaciones se van actualizando a medida que la tecnología avanza, y se comprueba que las medidas con el nuevo equipo son consistentes con las medidas anteriores. Esta comprobación se hace también cuando una estación cambia de sitio.

    En 2009, el National Climatic Data Center de EEUU decidió asegurarse de que no hubiese estaciones en malas condiciones (técnicas o geógraficas) que estuviesen sesgando las medidas. La conclusión de la investigación fue, sorprendentemente, que las estaciones que los críticos señalaban como ejemplos de estaciones mal situadas daban temperaturas máximas ligeramente inferiores a la media. En 2009, el grupo Berkeley Earth decidió investigar críticamente si la gráfica del “palo de hockey”, que refleja el aumento global de la temperatura media mostrando un ascenso pronunciado en el siglo XX, se encontraba contaminada por efectos similares (mala calidad de las estaciones, homogeneidad en la posición de las estaciones y el efecto urbano de la isla de calor), y llegó a la conclusión de que no era así.

    Además, las medidas de la temperatura en tierra son sólo una parte del estudio del clima. Hay muchos más indicadores del cambio climático, y todos apuntan a la misma conclusión: un aumento global de la temperatura.

    3. Hace cuarenta años nos vendían la moto de que la Tierra se estaba enfriando, ¿por qué me tengo que creer esto ahora?

    Eso es mentira. La mayoría de los artículos científicos entre 1965 y 1979 predecían un aumento de las temperaturas globales, unos cuantos menos no se atrevían a hacer predicciones, y sólo un 10% predijo un descenso de las temperaturas.

    Es cierto que las medidas de temperatura disponibles a mediados del siglo XX parecían sugerir que el planeta se estaba enfriando, y algunos científicos plantearon que podíamos ir de camino a una nueva edad de hielo. Sin embargo, muchos más científicos ya planteaban que las crecientes emisiones de gases de efecto invernadero contrarrestarían esa tendencia. Eso se hizo evidente a finales de la década de los 70. Además, las mejoras recientes en la cobertura de los registros de temperatura muestran que la tendencia al enfriamiento que se observó eran características del hemisferio norte, y que la temperatura se mantuvo relativamente estable a nivel global durante ese período.

    Lo cierto es que hace 50 años ya había seis veces más científicos que apoyaban una tendencia al calentamiento del planeta que científicos que no. A día de hoy, tras varias décadas de nuevos datos, el consenso científico es abrumador: el 97% de los climatólogos defiende que los seres humanos son la causa del calentamiento global.

    4. Lo que no te cuentan los del lobby del cambio climático es que los volcanes emiten mucho más CO2 que los humanos.

    Eso es mentira. Se estima que la tierra emite de forma natural (a través de los volcanes y de las fuentes termales) entre 65 y 319 millones de toneladas de CO2 al año. En comparación, las actividades humanas emitieron a la atmósfera 35.800 millones de toneladas de  CO2 en el año 2016, cien veces más.

    Sí es cierto que los fenómenos naturales en su totalidad liberan mucho más CO2 que los humanos: el océano libera anualmente unos 332.000 millones de toneladas, y la respiración vegetal unos 220.000 millones. Sin embargo, estas emisiones forman parte del ciclo natural del carbono: las plantas absorben mediante la fotosíntesis unos 450.000 millones de toneladas de CO2 al año, y el océano otros 338.000 millones, es decir, más del que liberan. Por nuestra parte, los humanos añadimos CO2 constantemente sin absorber nada, alterando el equilibrio natural. Esto hace que incluso con la tendencia natural a la disminución de la concentración de CO2 atmosférico, éste esté aumentando unas 15.000 millones de toneladas al año: nos encontramos en el momento con mayor concentración de CO2 en la atmósfera de los últimos 800.000 años.

    5. El primo de Rajoy lo clavó: aquí nadie sabe si llueve pasado mañana pero me quieren hacer creer que saben la temperatura que va a hacer en cien años.

    La predicción del tiempo en un momento determinado y en una zona concreta es muy diferente al estudio de la tendencia del clima en regiones amplias a lo largo del tiempo. Esto es algo que todos sabemos intuitivamente: si nos encontramos con un amigo una noche de enero y nos dice que nos invita a pasar dos semanas en su casa de Córdoba en julio, sabemos perfectamente qué meteríamos en la maleta. Nadie dice: “Como no sé si la semana que viene lloverá, no tengo forma de saber si en julio en Córdoba voy a necesitar un forro polar o unas bermudas”.

    El motivo por el que la predicción del tiempo a corto plazo (que es cada vez más precisa) se vuelve casi imposible a partir de las dos semanas es que depende fuertemente de condiciones iniciales que no podemos conocer con suficiente precisión. Esto no es un problema que afecte al estudio del clima a largo plazo, puesto que éste trata con medias a lo largo de grandes períodos de tiempo.

    6. Cuando les interesa insisten en que el tiempo y el clima son dos cosas diferentes, pero luego cuando viene una sequía o una ola de calor bien que te dicen que son cosas del cambio climático.

    Es imposible afirmar que un fenómeno meteorológico concreto se debe al cambio climático, puesto que siempre ha habido sequías, olas de calor, inundaciones, etc. Quienes señalan la relación entre estos fenómenos y el cambio climático no dicen que cada fenómeno individual esté inequívocamente causado por éste, sino que la subida global de la temperatura produce una tendencia al aumento de la frecuencia e intensidad de estos fenómenos extremos: si antes se producían dos olas de calor al año con temperaturas 5 ºC por encima de la media y ahora se producen cuatro con temperaturas 7 ºC por encima de la media, es innegable que hay un aumento en la frecuencia e intensidad de éstas, incluso si no somos capaces de señalar individualmente cuáles se deben al cambio climático y cuáles “habrían ocurrido de todas formas”.

    Hay diversas formas en las que el cambio climático afecta a los fenómenos meteorológicos extremos. Por ejemplo, el aumento de las temperaturas aumenta el ritmo de evaporación del agua contenida en la tierra, los mares y las plantas, causando un impacto directo en la frecuencia e intensidad de las sequías. Esto a su vez aumenta la cantidad de vapor de agua en la atmósfera (la concentración de vapor de agua en la atmósfera en la actualidad es 4% mayor que hace cuarenta años) y por tanto el riesgo de precipitaciones torrenciales. Las precipitaciones torrenciales están ligadas a las inundaciones, y tienen efectos catastróficos sobre el suelo cultivable. (En caso de que te lo estés preguntando, sí: el cambio climático se encuentra ligado a un aumento de la sequía en algunos lugares a la vez que a un aumento de las precipitaciones torrenciales en otros; esto no es contradictorio teniendo en cuenta que es un fenómeno a nivel global).

    7. Los modelos lo mismo te dicen que la temperatura va a subir 1 ºC que 5ºC, eso es como si yo digo que Podemos va a sacar entre 40 y 200 diputados.

    Este amplio rango de temperaturas viene dado por los distintos escenarios que se plantean de cara al futuro, dependiendo de si vamos a continuar emitiendo gases de efecto invernadero al ritmo actual, si planteamos medidas que conlleven una reducción, o si, incluso, aumentaremos las emisiones. En base a estos escenarios se proyectan los distintos aumentos de temperatura, que  pueden ir de 1º -en un caso extremadamente favorable, pero tan improbable que nadie se lo plantea ya-, hasta 6.5º si seguimos emitiendo CO2 como hasta ahora.

    Además, dentro de cada escenario hay un cierto margen de error, que se debe a que hay muchos modelos climáticos y cada uno funciona de forma ligeramente diferente; lo importante, sin embargo, es que todos coinciden en que el aumento de la temperatura va a ser considerable. Por tanto, si nos empeñamos en la analogía de la predicción de escaños, sería más bien como predecir que Podemos va a sacar entre 250 y 325 escaños: la mayoría absoluta no estaría en cuestión. La analogía es regular de todas formas porque, a diferencia de las predicciones electorales, los modelos se comparan entre ellos y con información del pasado para asegurar su fiabilidad.

    8. ¿Y qué problema hay? Más calorcito durante más tiempo es más turismo, que nos hace mucha falta s̶o̶b̶r̶e̶ ̶t̶o̶d̶o̶ ̶d̶e̶s̶p̶u̶é̶s̶ ̶d̶e̶ ̶l̶a̶ ̶d̶e̶s̶a̶s̶t̶r̶o̶s̶a̶ ̶g̶e̶s̶t̶i̶ó̶n̶ ̶d̶e̶ ̶Z̶a̶p̶a̶t̶e̶r̶o̶, y anda que no se está bien en las terracitas.

    El impacto económico y social del cambio climático supera con creces los efectos positivos que uno quiera verle. España es además el país europeo más vulnerable al cambio climático.

    El aumento de la frecuencia y duración de las olas de calor, por ejemplo, harían que ciertas áreas de España sean lugares a evitar durante ciertos períodos del año (por no hablar de los efectos de las temperaturas extremas en población vulnerable que viva en sitios no preparados para el calor: niños desmayándose en clase en Asturias todos los veranos, aumento de las muertes de ancianos…); las sequías tienen un efecto devastador en el sector agrario, y pondrían en riesgo el acceso libre al agua y a los alimentos, además de amenazar el abastecimiento suficiente de agua en las zonas turísticas; los gastos ocasionados por los destrozos de las inundaciones y los incendios forestales, cada vez más frecuentes, son muy elevados; el aumento del nivel del mar acabaría por destruir infraestructuras costeras e incluso podría sumergir ciudades costeras enteras; por no hablar de los efectos sobre el turismo de nieve que también es muy relevante a nivel económico. Todo esto además sin mencionar los destrozos que produciría en las zonas más pobres (y por tanto más vulnerables) del planeta, donde la falta de recursos les impediría adaptarse eficazmente a la nueva situación.

    9. Lo que toca ahora es esperar a que se extienda el uso del coche eléctrico. El mercado se está moviendo hacia eso, y entre eso y las renovables ya está solucionado. Y si no, ya se inventará algo cuando la situación lo requiera, los que mandan tienen que tener un plan B.

    Aunque es cierto que los vehículos eléctricos presentan ventajas respecto a los vehículos con motor de combustión (principalmente menor contaminación en la ciudad por no emitir hollín o monóxido de carbono), no se ataca a la raíz de uno de los problemas: la construcción de las baterías depende de elementos no renovables (como el litio) y, en general, de tierras raras (como el neodimio). Intentar sustituir el parque automovilístico mundial por coches eléctricos acabaría con las reservas planetarias de litio, metal que es muy necesario para llevar a cabo la transición a las energías renovables. Además, las emisiones de CO2 dependerán de la fuente energética utilizada para su carga, así como de la eficiencia del vehículo y de las emisiones generadas durante su fabricación. Si el aumento en la demanda de electricidad a raíz de una proliferación de los vehículos eléctricos se suple con centrales térmicas, por ejemplo, estamos donde empezamos.

    Por su parte, la transición hacia energías limpias y renovables es necesaria, pero éstas únicamente no serían capaces de satisfacer la demanda energética actual. A día de hoy aún presentan problemas de eficiencia, disponibilidad y almacenamiento. Requieren además mayor redundancia para minimizar el riesgo de caída de la red, especialmente ante la perspectiva de un clima global cada vez más difícil de predecir. Si a esto le sumamos el aumento en la demanda que cabe esperar de una transición hacia motores eléctricos, como en el caso de los coches, se ve claramente que una solución puramente tecnológica al cambio climático es una ilusión.

    Las estimaciones de que sería posible una transición a energías renovables que pudiese mantener el consumo actual se basan en predicciones de aumentos de la eficiencia nunca vistos antes en la historia, o en el desarrollo de tecnologías (como la fusión nuclear) que a día de hoy son ciencia ficción. La visión de que “ya se inventará algo si hace falta, que nunca hemos hecho nada y aquí seguimos” es parecida a la de alguien que está leyendo un libro y ve que el protagonista se encuentra en peligro de muerte cuando quedan todavía 200 páginas para acabar: no hay que ponerse nerviosos porque está claro que no va a pasarle nada. Sin embargo, no estamos leyendo ningún libro, no hay nada que garantice que el futuro no va a ser mucho peor que el presente, salvo nuestro esfuerzo y trabajo conjunto

    El nivel actual es ya insostenible; aumentarlo y extenderlo al resto del mundo es directamente imposible. El sueño de un futuro en el que las energías verdes mantienen indefinidamente el derroche actual del Primer Mundo es sólo eso, un sueño. Por el contrario, un mundo donde una redistribución del consumo de energía se utiliza para mejorar las vidas de las personas más pobres a la vez que se reducen drásticamente las emisiones de carbono para garantizar la habitabilidad del planeta es algo no sólo deseable sino posible. Pero para eso es indispensable un cambio hacia una nueva forma de entender el progreso, en la que no caben ideas como el mantener una flota de cientos de millones de vehículos privados (cuya producción supone un fuerte impacto ambiental) para que estén aparcados el 95% del tiempo.

    10. Al final todo esto da igual, porque no podemos hacer nada.

    Precisamente porque las causas son humanas, también lo es la solución. Podemos actuar sobre el cambio climático reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto no detendrá el aumento de las temperaturas inmediatamente, puesto que el clima depende de procesos lentos que requieren de años para detener su inercia, pero sí conseguirá estabilizarlas a la larga para evitar las consecuencias catastróficas de un aumento incontrolado de las mismas. La prueba más obvia de que se puede actuar sobre ello son los diferentes escenarios que comentábamos al hablar de los intervalos de confianza de los modelos climáticos.

    Hay muchas cosas que podemos hacer tanto a nivel individual como colectivo. Es importante que reduzcamos o eliminemos nuestro consumo de carne, en concreto de ternera y cordero, pues la ganadería es uno de los principales motores del cambio climático; que reduzcamos al mínimo el uso del coche, en favor del transporte público, la bici o caminar; que abandonemos los viajes en avión: los de corta distancia son poco eficientes en el uso de combustible y los transoceánicos depositan gran cantidad de CO2 a gran altura, donde es más perjudicial; que nos centremos en el reducir de “reducir-reutilizar-reciclar”… Estos cambios en el estilo de vida personal son necesarios pero no son suficientes: hay que conseguir urgentemente cambios estructurales que busquen dos fines muy claros: hacer más cómoda una vida sostenible (mejorando el transporte público, aumentando el uso de las energías renovables y en general asegurando que la transformación de la sociedad se lleva a cabo para satisfacer las necesidades de la mayoría), e imposibilitar las prácticas nocivas (las consecuencias del cambio climático y de la contaminación las sufrimos todas, especialmente las personas más vulnerables, así que no se puede entender su mitigación como una decisión personal: nadie debe tener la potestad para hacer que el planeta sea inhabitable para los demás).

    La única forma de asegurar que estos cambios se llevan a cabo es organizarnos políticamente en torno a ellos. No, no, no hace falta que tu tío se venga a las asambleas de Contra el diluvio, tampoco es eso, él de momento puede ir dándole vueltas a la conversación y echarle un ojo al blog. Pero hay que hablar del tema, crear conciencia climática y contribuir con los movimientos que surjan al respecto. No es demasiado tarde para hacer algo, y el cambio climático no es una cuestión binaria de todo o nada: cada esfuerzo que hagamos y cada victoria tendrán un impacto en nuestra vida.

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  • El IPCC y su último informe – Out of the woods (2014)

    El IPCC y su último informe – Out of the woods (2014)

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    [NdE: Presentamos a continuación la traducción de un artículo de 2014 del blog británico Out of the Woods escrito tras la publicación del Quinto Informe del IPCC]

    El IPCC – Contexto e historia

    El Panel Intergubernamental de Cambio Climático o IPCC es una colaboración científica internacional -la más grande de su tipo- establecida bajo los auspicios de Naciones Unidas. Fue fundado en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa Medioambiental de Naciones Unidas, y apoyada más tarde a través de la asamblea general de Naciones Unidas. El IPCC sirve para revisar y sintetizar sistemáticamente el estado actual del conocimiento en lo referente al cambio climático, de forma que representa la mejor referencia del consenso científico. El trabajo para el IPCC se realiza de forma voluntaria, pero conlleva un gran prestigio en la comunidad científica.

    Este consenso se ha fortalecido de forma constante, a medida que la evidencia científica se ha acumulado -y, por supuesto, a medida que el clima se calienta, confirmando y permitiendo refinar los modelos climáticos. El primer informe del IPCC (FAR; 1990) decía que los gases de efecto invernadero eran “capaces de” calentar el clima. En 1995, el segundo informe (SAR) elevaba esta apreciación a una “influencia discernible”. Para el tercer informe (2001), esto era “probablemente debido a actividades humanas”. En el cuarto informe (AR4, debido a un cambio en la nomenclatura), se precisaba que esta influencia humana era “muy probable”. Por último, la última parte del AR5, publicada el año pasado (2013) volvía a aumentar esta probabilidad, que se consideraba “extremadamente probable”.

    El IPCC está formado por tres grupos de trabajo, cada uno de los cuales produce un informe, los cuales se combina en un informe de síntesis. El grupo de trabajo I se encarga de las bases físicas, el grupo de trabajo II aborda los impactos y adaptación, y el grupo de trabajo III se centra en la mitigación (cómo evitar el cambio climático). Una vez que los tres informes están publicados, se lleva a cabo un Informe de Síntesis. El informe que salió el pasado lunes era el del grupo II, el más relacionado con la economía, y por tanto el más abierto a la crítica social (ya hablamos de esto en “Let them eath growth” ((Richard Tol, al que criticamos en «Que coman crecimiento«, pidió que se retirara su nombre del AR5 WGII, tras acusar al IPCC de alarmismo. En general, estamos asumiendo una posición de realismo crítico en este tema: el conocimiento científico es una creación social, pero se refiere a una realidad que es independiente del pensamiento humano. Las ciencias físicas ciertamente describen esta realidad y pueden por lo tanto reivindicar una cierta universalidad, mientras que la economía tiende a mezclar elementos específicos de la sociedad capitalista con hechos universales de la naturaleza. Esto no quiere decir que las ciencias físicas estén a salvo de la crítica social, sino que desde el punto de vista del realismo crítico, el objeto de las ciencias físicas es intransitivo (independiente de la construcción social), mientras que para la economía es transitivo, dado que este campo estudia relaciones sociales y formas sociales emergentes.)). Antes de discutir el informe del grupo de trabajo II del AR5, señalaremos brevemente dos críticas bien establecidas al IPCC.

    En primer lugar, al ser un cuerpo basado en el consenso, el IPCC es intrínsecamente conservador. Cada línea del “Resumen para políticos” (SPM) de cada nuevo informe tiene que ser aprobada por los representantes de todos los países participantes (más de 120, en general). Esto sirve para evitar controversia, pero también elimina visiones discordantes y, debido a los plazos de envío de artículos y al largo proceso de revisión de estos, excluye las investigaciones más recientes. Dado que estas últimas publicaciones suelen ser peores noticias que las anteriores, el consenso tiende a ser conservador, y lleva algo de retraso frente a las investigaciones más punteras (Algunos ven esto como una ventaja, ya que solo se incluyen investigaciones contrastadas, lo que da tiempo a que los resultados espúreos sean cribados y algunas conclusiones dudosas sean debidamente criticadas). Por ejemplo, el IPCC ha tendido siempre a subestimar la pérdida de hielo marino, de forma que los datos observados [de extensión de hielo marino] son siempre menores que el límite inferior de las proyecciones.

    En segundo lugar, el IPCC está constreñido por el mandato de ser “relevante para las políticas pero sin prescribir políticas”, En esencia, esto supone la obligación de ser apolítico, aunque la ciencia publicada muestra de forma irrebatible que seguir como hasta ahora es incompatible con los objetivos declarados de cambio climático (por ejemplo, limitar el calentamiento a 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales). El conservadurismo inherente al IPCC está de esta forma mediado/amplificado por una diplomática discreción. Normalmente han sorteado estos condicionantes mediante la creación de escenarios [diferentes proyecciones futuras, condicionadas por la concentración de gases de efecto invernadero que haya en la atmósfera en un año dado, normalmente a mediados del siglo XXI], que muestran que las políticas actuales llevan al desastre, y que son necesarias alternativas, sin meterse a discutir en detalle cómo se llega a esos escenarios. Recientemente, esto ha implicado la creación de “caminos de concentración representativos” (RCPs), que son indiferentes a las políticas. David Pratt realiza una buena crítica del “presupuesto de carbono” en el que se basan los RCPs  aquí:

    “Por desgracia, dado que mucha gente piensa que si tienes un presupuesto debes gastarte hasta el último dólar, el mensaje del “presupuesto de carbono” podría ser interpretado como que hay mucho presupuesto disponible para gastar.” 

    En cualquier caso, estas críticas generales no deberían hacernos olvidar que los informes del IPCC son las obras más importantes de literatura sobre cambio climático, ya que sintetizan una inmensa cantidad de investigaciones publicadas.

    El último informe

    Tras leer el Resumen para políticos del último informe (el informe completo no estaba disponible todavía*), hay cinco cosas que destacan.

    1) Una humildad refrescante. Pese a la habitual caricatura de los pronunciamientos científicos y económicos, el informe reconoce varios de los errores más comunes de la tecnocracia. Primero, hay un reconocimiento explícito de que:

    “las prácticas y sistemas de conocimiento indígenas, locales y tradicionales, incluida la visión holística de la comunidad y el medio ambiente de los pueblos indígenas son un recurso fundamental para adaptarse al cambio climático”

    En primer lugar, el SPM reconoce los límites de la valoración económica, “ya que muchos impactos, como la pérdida de vidas humanas, patrimonio cultural y servicios de ecosistema, son difíciles de evaluar y asignarles un valor”. Aunque el enmarcar los ecosistemas como “servicios” parte de la presunción de un determinado sistema económico, la frase anterior supone una precaución importante ante las cifras que se citan a continuación en el informe.

    Se afirma también que el amplio rango de predicciones económicas se debe al amplio abanico de «factores de descuento». Esto es importante, dado que los factores de descuento, que son utilizados por los economistas para valorar las relaciones futuras de coste/beneficio, a menudo dan lugar a un razonamiento circular: se usa un factor de descuento alto, lo que hace que los costes futuros parezcan pequeños, lo que lleva a que actuar como si no importara el futuro parezca racional ((Esto no quiere decir que los factores de descuento no sean útiles: pueden ser utilizados para modelar comportamientos realistas para actores económicos. De hecho, las grandes corporaciones en particular operan pensando en el muy corto plazo, uno de los motivos que nos han llevado a esta situación. El problema aparece cuando hay un movimiento circular entre el dominio descriptivo y el normativo: cuando lo que ocurre se utiliza para determinar lo que debería ocurrir.)).

    2) Las Cinco ‘Razones para la Preocupación’ (RFCs, de sus siglas en inglés). El Quinto Informe resume las malas noticias sobre los impactos del cambio climático en cinco puntos clave. Aunque la extrema brevedad está claramente dirigida al deseo de los políticos de tener resúmenes ejecutivos de resúmenes ejecutivos, la verdad es que estos puntos resumen una cantidad enorme y muy compleja de literatura. Las cinco RFCs son:

    1. sistemas únicos amenazados (en particular el hielo marino del Ártico y los arrecifes de coral).
    2. episodios de tiempo extremo (olas de calor, precipitación extrema e inundaciones en las zonas costeras).
    3. Distribución del impacto (en particular en lo referente a la producción agrícola y el desarrollo desigual).
    4. Efectos agregados de los impactos globales (impactos en la economía y en la biodiversidad de múltiples tendencias combinadas).
    5. Acontecimientos puntuales de gran escala (impactos específicos asociados al cruce irreversible de puntos de inflexión, como la pérdida de hielo continental y el aumento del nivel del mar subsiguiente).

    Por estas aseveraciones, el IPCC ha sido acusado de “alarmismo”. Pero si esto es alarmante, es solo porque las consecuencias de seguir como hasta ahora son así de malas. Si acaso, las RFCs son enunciadas en términos secos y tecnocráticos, teniendo en cuento que describen guerras, hambrunas, sequía, migraciones masivas y el colapso de ecosistemas.

    3) La interseccionalidad. El SPM apoya explícitamente una aproximación interseccional a los impactos y la vulnerabilidad. Siendo cínicos, este énfasis en considerar múltiples causas podría ser visto como una forma de evitar criticar al capitalismo (lo que iría contra el mandato apolítico del IPCC). Pero, en general, este enfoque debe ser bienvenido. El informe menciona dice:

    » …procesos sociales que se entrecruzan y resultan en desigualdades de estatus socieconómico e ingresos, así como en exposición [al riesgo]. Estos procesos sociales incluyen, por ejemplo, discriminación debido a género, clase, raza, edad y (dis)capacidad.((Obviamente, el concepto de «clase» de la ONU no es marxista ni comunista libertario.))»

    Se podría hacer una distinción entre interseccionalidad tecnocrática o dirigida a resolver problemas, que considera los procesos citados como inevitables, y una interseccionalidad crítica que enfatizara las luchas sociales que rodean su (re)producción((En otras palabras, reconocer que la desigualdad existe no es lo mismo que analizar las relaciones de poder que la (re)constituyen.)). Esto tiene implicaciones prácticas: la primera tiende a ver la solución como más «libertad, igualdad, propiedad y Bentham«, mientras que la segunda se fija más en cómo estas exclusiones y jerarquías se reproducen mutuamente bajo condiciones capitalistas((Para un ejemplo de interseccionalidad crítica, léase la argumentación de Jasbir Puar sobre cómo la inclusión limitada (el matrimonio entre personas del mismo sexo) para gays «homonacionalistas» ha significado simultáneamente la exclusión y patologización del «otro» musulmán en la Guerra contra el Terror. En un contexto específico de cambio climático, un buen ejemplo es Wrath of capital, de Adrian Parr, que insiste en la importancia de las relaciones de clase, sin excluir el análisis de género, raza y otros condicionantes sociales.)). Esto nos lleva a uno de los defectos del SPM:

    4) La relación entre la reducción de la pobreza y el crecimiento económico. El SPM relaciona la reducción del crecimiento económico debido al cambio climático con las crecientes dificultades en la reducción de la pobreza. Esto se hace eco de la conocida pero completamente errónea idea del «trickle-down» y la curva de Kuznets. El reciente trabajo de Thomas Piketty sobre la desigualdad hace hincapié en que la tendencia es hacia un aumento de la polarización y la pauperización relativa, con breves inversiones a lo largo del siglo XX debido a factores excepcionales. De la página 15 de El capital en el siglo XXI:

    «La aguda reducción de la desigualdad de ingresos que se observa en casi todos los países ricos entre 1914 y 1945 se debió sobre todo a las guerras mundiales y a los violentos cambios políticos y económicos que conllevaron, especialmente para gente con grandes fortunas. Tuvo muy poco que ver con el pacífico proceso de movilidad entre clases descrito por Kuznets((Piketty es un socialdemócrata al que le gusta enfatizar que Marx se equivocaba, pero ha reunido una gran cantidad de datos económicos muy útiles (que, además, sugieren lo contrario)))»

    Además, el análisis de Beverly Silver del sector automovilístico ha demostrado que la mejora de las condiciones locales están fuertemente relacionadas con el nivel de lucha de clases. Dicho esto, el informe del IPCC incide en que el cambio climático afectará desproporcionadamente a los que ya viven en la pobreza y la marginalidad, por lo que el titular de que el cambio climático es malo para la reducción de la pobreza sigue siendo válido.

    5) El énfasis en la resiliencia. Para terminar, el informe da una definición útil de resiliencia, un término que despierta cada vez más dudas. Es la siguiente:

    «La capacidad de los sistemas sociales, económicos y medioambientales de enfrentarse a un acontecimiento, una tendencia o una perturbación peligrosa, y responder o reorganizarse de forma que se mantenga su función, identidad y estructura esenciales, pero sin perder la capacidad de adaptación, aprendizaje y transformación.»

    El término viene de la ecología, pero está siendo recuperado e incorporado al lenguaje político. La definición dada muestra por qué: los estados enfatizan el aspecto conservador de «mantener su función esencial», mientras que los ecologistas (y quizá los radicales) hacen hincapié en «la capacidad de adaptarse, aprender y transformarse». Un crítico señala cómo el uso por parte de los estados de «resiliencia» se concreta en insistir continuamente en que nos conformemos y aguantemos calamidades, convirtiéndose básicamente en «aguantaos y seguid adelante». Pero este significado recuperado no agota los significados del concepto, y la capacidad de transformación social bajo condiciones adversas es sin duda central al problema del cambio climático.

    Mientras…

    …el Secretario de Estado de los Estados Unidos ha avisado de que la inacción frente al cambio climático puede ser catastrófica, mientras los Estados Unidos siguen adelante con el proyecto del oleoducto Keystone XL (la construcción del proyecto Keystone XL fue finalmente detenida por la administración Obama debido a la presión activista. Tras la llegada de Donald Trump al poder, el proyecto se retomó)  para aumentar aún más la producción de combustibles fósiles no convencionales. Los gobernantes ven la catástrofe en el horizonte… y aceleran. Ninguna cantidad de consenso científico va a cambiar eso, solo el bloqueo del desarrollo basado en combustibles fósiles.

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  • ¿Cuánto dióxido de carbono podemos emitir? (Glen Peters)

    ¿Cuánto dióxido de carbono podemos emitir? (Glen Peters)

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    Modificado a partir del artículo de Glen Peters How much carbon dioxide can we emit?

    El punto de partida es el siguiente: la Madre Tierra se está calentando, y la acumulación de CO2 en la atmósfera es la responsable. Como dicen los expertos del 5º informe sobre el Cambio Climático (IPCC): “Las emisiones acumuladas de CO2 determinan en gran medida el calentamiento global de la superficie a finales del siglo XXI y en adelante”.

    Por tanto, a pesar de la complejidad del sistema climático, existe una relación bastante simple entre el aumento de la temperatura a largo plazo y la cantidad total de dióxido de carbono emitido. Entonces, uno podría pensar que podemos calcular cuánto CO2 podemos emitir para mantener la temperatura por debajo de cierto umbral. Es decir, ¿podemos calcular un presupuesto de cuánto carbono podemos emitir? La respuesta no está clara.

     

    El presupuesto de carbono (for dummies)

    El presupuesto de carbono se calcula considerando cuánto hemos emitido hasta el momento y cuánto podemos emitir todavía, con el objetivo de que el aumento de la temperatura global no sobrepase los 2ºC. A día de hoy, ya hemos emitido 2100 mil millones de toneladas. Como indican los expertos del IPCC, un presupuesto de carbono restante de alrededor de 800 mil millones de toneladas de CO2 limitaría el calentamiento humano total a menos de 2°C en relación con el período 1861-1880, con una probabilidad superior al 66%, como se muestra en la Figura 1. Si las emisiones continúan en el nivel de hoy, este presupuesto se habrá alcanzado totalmente en 20 años.

    Figura 1. Perspectivas del presupuesto de carbono: 1. Ya hemos emitido 2100 mil millones toneladas de CO2, y si emitimos 800 mil millones de toneladas más, entonces hay un 66% de probabilidad de que superemos los 2 ° C. 2. Habremos emitido este CO2 alrededor de 2040 a las actuales tasas de emisión. 3. Un concepto hermosamente simple, pero que es mucho más complejo en la realidad.

    ¡Quieto ahí, no es tan simple!

    Visto así, el concepto de presupuesto de carbono parece un concepto hermosamente simple. El presupuesto debería ser fácil de actualizar con cada nuevo año de emisiones y así rastrear la velocidad con que estamos consumiendo el presupuesto de carbono. ¿Correcto? El problema es que no hay un «único» presupuesto de carbono, como vemos en la Figura 2 hay muchos presupuestos de carbono igualmente defendibles. ¿Por qué? Veamos cómo y con qué herramientas se calculan estos presupuestos. A continuación vamos analizar los siguientes aspectos: temperatura y probabilidad, tipo de modelos y estimaciones de emisiones históricas.

     

    Figura 2: En el resumen del Informe de síntesis del IPCC, el resto del presupuesto de carbono es un mar de números. ¡Hay muchos presupuestos para elegir!

    1. Temperatura y probabilidad

    El concepto de presupuesto de carbono es probabilístico, dado que existen demasiadas incertidumbres en el sistema climático, el sistema socioeconómico e incluso en las emisiones emitidas históricamente. Por ello, el IPCC da los presupuestos de carbono con una probabilidad de 33%, 50% y 66% de permanecer por debajo de 1,5 °C, 2 °C y 3 °C.

    ¿Con cuál no quedamos? El IPCC se refiere generalmente a 2°C con una probabilidad del 66%, lo que es discutible que esté de acuerdo con el «muy por debajo de 2°C» mencionado en el acuerdo de París, pero por ahora, vamos a trabajar con 2°C con un 66% de posibilidades.

    1. Tipo de modelo

    Como se ha explicado en el texto sobre conocimientos básicos (ir a pág. 7)  los modelos son necesarios para reproducir el clima y plantear los posibles escenarios futuros. Sin embargo, hay una gran variedad entre los distintos tipos de modelos, desde modelos simples a modelos más complejos.

    Los modelos complejos son capaces de reproducir detalladamente los fenómenos que se producen en el sistema climático, desde el océano hasta las capas altas de la atmosfera, así como la evolución de las capas de hielo. Es decir,  describen muy detalladamente la evolución del clima. Estos modelos se inicializan en un año determinado y se dejan correr en el tiempo, de modo que reproducen la realidad observada y más allá en el tiempo. Normalmente estos modelos se inicializan más de una vez y cada vez que se corren dan resultados distintos, debido a la variabilidad interna de los propios modelos. Por tanto, podemos correr un modelo complejo 10 veces y obtener 10 simulaciones distintas, dando lugar a un conjunto de 10 simulaciones. Para cada modelo y conjunto el CO2 acumulado se estima en el momento en el que la temperatura “excede” un umbral dado (exceeding treshold), véase la Figura 3. Se calculan los resultados de múltiples modelos y conjuntos y se calculan las emisiones acumuladas de CO2 cuando el 33%, 50% o 66% de las combinaciones de conjuntos de modelos exceden el nivel de temperatura considerado. De modo que en estos modelos complejos la probabilidad refleja la variación entre modelos.

    Figura 3: Un ejemplo ilustrativo de cómo se pueden estimar los diferentes presupuestos. Es posible estimar emisiones acumuladas de CO2 para escenarios que superen un determinado umbral de temperatura (línea que sobrepasa los 2ºC) y escenarios que eviten el umbral (línea que no sobrepasa los 2ºC), con las estimaciones del presupuesto en el momento de la temperatura máxima.

     

    Los modelos simples (¡no tan simples!), en cambio, son modelos del sistema socioeconómico, principalmente del sistema energético, y se usan para analizar las trayectorias de mitigación. El resultado de los modelos son trayectorias de emisiones, a partir de las cuales se pueden estimar trayectorias de temperatura utilizando un modelo climático simple. Se puede estimar una respuesta de temperatura probabilística basada en las incertidumbres en el sistema climático (al 33%, 50%, 66% de probabilidad), pero esta es una incertidumbre bastante diferente a la que se usa en los modelos complejos. En los modelos simples el presupuesto de carbono se calcula a partir de las emisiones de CO2 acumuladas  y considerando que en todos los escenarios la temperatura máxima no alcanza el límite (por ejemplo, 2 °C). Puesto que los modelos funcionan con relativa rapidez, pueden estimar el presupuesto de carbono para múltiples escenarios diferentes, en lugar de para un solo escenario como hacen los modelos complejos.

    En resumen, como se observa en la Figura 3, los modelos complejos utilizan un solo escenario y un presupuesto de sobrepaso  y los modelos simples utilizan múltiples escenarios y un presupuesto de evitación. Los presupuestos de carbono de los modelos complejos y modelos simples son ambos correctos, pero nos dan información diferente. Por lo tanto, tiene sentido informar de ambos conjuntos de números. Un punto bastante técnico, pero no menos importante, es que la probabilidad en los modelos complejos y los modelos simples no es directamente comparable.

    1. Estimaciones históricas de emisiones

    Otro punto clave es establecer en qué valor fijamos las emisiones históricas. El IPCC da los presupuestos de carbono desde 1870 y desde 2011. A pesar de las incertidumbre, hay un valor relativamente aceptado para las emisiones históricas de CO2. Sin embargo, la forma en que los modelos complejos estiman las emisiones históricas complica las cosas.

    Los modelos complejos incluyen el ciclo del carbono, pero hay dos maneras principales de ejecutar estos modelos complejos: basados en la concentración, que utilizan las concentraciones atmosféricas como entrada, y basados en emisiones, que utilizan las emisiones de gases de efecto invernadero como entrada. Un cálculo basado en la concentración permite centrarse en el sistema climático sin incluir las complejidades del ciclo del carbono o la química atmosférica. Aun así, dado que el ciclo del carbono es una de las partes más inciertas del sistema climático, de cada modelo complejo se pueden obtener estimaciones bastante diferentes de las emisiones históricas. Esto se observa claramente en la Figura 2.

    Por ejemplo, para los modelos complejos y el caso del 66% y 2ºC (recuadros con línea continua en la Figura 2) la resta de emisiones acumuladas “desde 1870”  (2900 Gt) y “desde 2011” (1000 Gt) da lugar a emisiones históricas implícitas de 1900 mil millones de toneladas de CO2:

     2900 Gt (desde 1870) – 1000 Gt (desde 2011) = 1900 Gt

    En cambio, para el caso del 33% y 3ºC (recuadros con líneas discontinuas en la Figura 2), “desde 1870” (4850 Gt) y “desde 2011” (3250 Gt) la diferencia es de 1600 mil millones de toneladas de CO2:

     4850 Gt (desde 1870) – 3250 Gt (desde 2011) = 1600 Gt

    Por tanto, para los modelos complejos tenemos una amplia horquilla de valores. En pocas palabras, las emisiones históricas obtenidas de los modelos complejos son mucho más inciertas que las emisiones históricas que medimos. Los modelos simples no tienen este problema y todas las filas del cuadro resumen del IPCC (ver los recuadros con líneas punteadas en Figura 2) dan unas emisiones acumuladas de 1750 mil millones de toneladas de CO2 entre 1870 y 2011.

    Sin embargo, desde la publicación de este informe, nuestro conocimiento de las emisiones históricas ha cambiado y las últimas emisiones estimadas para el periodo 1870-2011 son ahora aproximadamente de 1880 mil millones de toneladas de CO2, alrededor de 100 mil millones de toneladas de CO2 más que las reportadas en 2014 por el IPCC para el mismo período. Además, durante el período 2012-2016, se han producido emisiones de alrededor de 200 mil millones de toneladas de CO2. Por tanto, las emisiones totales entre  1870 y 2016 son alrededor de 2080 mil millones de toneladas de CO2, redondeando obtenemos la cifra de 2100  mil millones de toneladas que dábamos al principio del texto.

    Quiero el último presupuesto de carbono del IPCC, ¿cómo lo estimo?

    El IPCC estima dos presupuestos distintos para dos períodos de tiempo diferentes (Figura 2). Yo recomendaría usar los presupuestos de carbono tanto de los modelos complejos como de los modelos simples. Utilizar la estimación del modelo complejo como estimación central, y la estimación del modelo simple como un rango. Debido a las complejidades y a las revisiones de las emisiones históricas, también recomiendo el uso de las emisiones acumuladas de CO2 a partir de 1870 y restar las últimas estimaciones de emisiones históricas de CO2 desde entonces. Por tanto, para un escenario de  2 °C con una probabilidad de 66%, hemos visto que las emisiones totales entre 1870 y 2016 son de 2100 mil millones de toneladas de CO2. La diferencia con respecto a 1870 para el caso de los modelos complejos da lugar a 800 mil millones de toneladas de CO2:

    2900 Gt (desde 1870) – 2100 Gt (emisiones entre 1870 y 2016) = 800 Gt

    Para los modelos simples, en cambio, tenemos un rango entre 450 y 1050 mil millones de toneladas de CO2:

    2550-3150 Gt (desde 1870)– 2100 Gt (emisiones entre 1870 y 2016)=450-1050Gt

    Todos estos números se redondean a los 500 mil millones de toneladas de CO2 más cercanos.

    Complejidades con los 1,5 °C

    Actualmente hay mucho interés en el presupuesto de carbono de 1,5 °C, especialmente desde el Acuerdo de París. El presupuesto de carbono restante para 1,5 °C de los modelos complejos varía dependiendo de los supuestos. Para un 50% de probabilidad a 1,5 °C, el presupuesto actualizado que se obtiene a partir de 1870 es de 150 mil millones de toneladas de CO2:

    2250 Gt (desde 1870) – 2100 Gt (emisiones entre 1870 y 2016) = 150 Gt

    Pero actualizado a partir de 2011 es de 350 mil millones de toneladas de CO2:

    550 Gt (desde 2011) – 200 Gt (emisiones entre 2011 y 2016) = 350 Gt

    El actual presupuesto de carbono de los modelos simples es de 200-250 mil millones de toneladas de CO2 desde 1870:

    2300-2350 Gt (desde 1870) – 2100 Gt (emisiones entre 1870 y 2016)=200-250 Gt

    O de 350-400 mil millones de toneladas de CO2 a partir de 2011:

    550-600 Gt (desde 2011) – 200 Gt (emisiones entre 2011 y 2016) = 350-400 Gt

    Por tanto, aun teniendo en cuenta la gran incertidumbre asociada con esta estimación, para un escenario de 1,5 °C con un 50%-66% de probabilidad, recomiendo 150 mil millones de toneladas de CO2.

    La moraleja de la historia

    La moraleja de la historia es que no hay un solo “presupuesto de carbono”. Sin embargo, el mensaje central del concepto de “presupuesto de carbono” es que las emisiones deben alcanzar un valor neto de cero (de lo contrario, el presupuesto seguirá creciendo). Que el presupuesto restante sea de 700, 800 o 900 mil millones de toneladas de CO2 es en gran medida irrelevante, ya que de cualquier manera, las emisiones deben ir a cero a un ritmo sin precedentes.

    De acuerdo con el IPCC «las reservas estimadas totales de depósitos de carbono fósil superan la cantidad restante con un factor de 4 a 7, habiendo recursos aún mayores». Las implicaciones son claras: no tenemos tiempo y no podemos usar todas las reservas conocidas de combustibles fósiles. Por tanto, los combustibles fósiles tendrán que permanecer bajo tierra, pero la cantidad que debe permanecer allí dependerá del presupuesto de carbono.

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