Es 15 de diciembre y ya estás saboreando por adelantado la cena de nochebuena: rica ensalada de garbanzos con tomate de temporada de primero y pastel de verduras de segundo. Quizá haya leche de avena frita de postre, que a tu sobrino le sale genial. Tras estrujarte mucho las meninges, has dado con el regalo que hacerle a toda la familia. Dijeron que no, que este año nada, pero has ahorrado durante mes y pico para poder comprar un poquito de queso de los últimos pastos de los Pirineos, y sabes que lo agradecerán. Ojalá no venga la prima Elisa con su familia y toquéis a tres lasquitas cada uno.
¿Cómo? ¿Que eso no son navidades? En efecto, todavía no. ¡Pero es un posible escenario navideño para 2050! Exactamente el tema de nuestro concurso de microrrelato climático-navideño: #navidad2050. Aquí están las bases completas, y aquí un resumen:
El tema es evidente: cómo ves la temporada navideña del año 2050. Ya sea la cena de Nochebuena, la guardia de Nochevieja, las vacaciones, la ausencia de las mismas… lo que te parezca, siempre que quepa en el espacio establecido.
¡Esta era una de nuestras sorpresas! Hay más, pero tendrán que esperar unos días. ¡No será el único regalo de esta temporada, diluviers de nuestro corazón!
Por otra parte, ¿notáis el fresquito? ¿Sí? ¡Ya no hay cambio climático! ¡Hace frío en diciembre! ¡Y viento! En efecto, estamos bajo los efectos de la borrasca Ana, la primera en ser nombrada por AEMET. Una borrasca bien fuerte, bien hermosa, con sus vientos huracanados. Y que se debe en parte a las altas presiones y temperaturas (“buen tiempo” de antaño) en Groenlandia. Así que ahí lo tenemos: ¡hace frío gracias al cambio climático! ¡Inesperado!
Esta borrasca pone un bonito colofón a una semana en la que se publicó un artículo en Nature en el que se explica que las proyecciones climáticas que parecen más realistas son… las peores. Aquí el resumen (con enlace al artículo completo). O sea, que hay que darse prisa con lo de dejar de emitir.
Y, para empeorar las cosas, hoy no hay foto, hay dos vídeos: uno, el del oso polar muerto de hambre porque no hay comida porque no hay hielo que fijo que habéis visto ya y que es horrible. Pues ahí va, que no se diga.
¿Cómo? ¿Qué los osos polares no sirven para concienciar del cambio climático? ¿Ni siquiera los osos polares famélicos? Bueno, pues aquí tenéis una invasión de jabalíes en los alrededores de Madrid por la sequía y la ocupación de su hábitat. ¿Conciencia esto? ¿Eh? ¡Pueden devorar tus lechugas!
Todo esto suena terrible, pero no olvidemos que ¡todavía hay tiempo! Tanto para evitar lo peor del cambio climático como para que recibáis una nueva newsletter antes de las cenas familiares.