[Esta es una de las entrevistas que realizamos en el marco del libro colectivo La conquista del espacio, que puedes descargar íntegro en pdf aquí, o ver poco a poco aquí].
Vivo en El Vellón, un pueblo de mil setecientos habitantes en el norte de la Comunidad de Madrid, desde la primavera de 2021. Trabajo en otra localidad, a quince kilómetros de casa. Me mudé a la zona hace unos años por razones laborales, y me encontré con la escasez de viviendas en alquiler, ya que la mayoría de los alquileres son turísticos. Ante la imposibilidad de alquilar algún piso o casa en la misma localidad en la que trabajaba, busqué en pueblos cercanos, y me costó encontrar un municipio con unos servicios mínimos y con precios de alquiler relativamente sensatos. Antes había vivido en ciudades pequeñas y medianas, Mérida y Salamanca, por trabajo y estudios.
En lo relativo a recursos y servicios disponibles, en el pueblo hay un centro de salud, un colegio de educación infantil y primaria y una guardería municipal. Las actividades culturales dependen de la casa de la cultura, y se organizan conciertos, exposiciones de artistas de la zona y actividades infantiles. Hay varias rutas de senderismo que atraviesan o parten del pueblo y también hay varios bares en la plaza principal. Hay un supermercado pequeño y dos ultramarinos, frutería, carnicería y kiosko de prensa. Si necesitamos algo más vamos a centros comerciales a veinte o treinta minutos. Dentro del pueblo nos movemos a pie, pero para las compras en grandes superficies usamos transporte público o el coche. Una o dos veces a la semana cogemos el coche para ir a hacer compras grandes.
Echo de menos más transporte público, quizá si hubiera aprovecharía las actividades culturales de otros pueblos cercanos que no tienen conexión de autobuses y que me obligan a coger el coche. Agradecería más información y una red de actividades culturales fuerte y variada, que no se centre solo en la capital de la provincia. También echo en falta un mercadillo semanal con productos de la zona. Sin embargo, si tuviera que irme a una ciudad más grande, echaría mucho de menos la posibilidad de ir andando a todas partes.
Mi familia y amigos están, en general, lejos de El Vellón, ya que me fui de mi ciudad de origen por motivos laborales. Sí que noto, desde hace unos meses, que hay movimiento de la capital a ciudades más pequeñas. En el pueblo, aunque llevamos poco tiempo, ya conocemos de vista a mucha gente –un poco más a los vecinos de bloque y a los que viven en las casas de alrededor, con los que hemos intercambiado algún favor–, y en la tienda en la que hacemos las compras pequeñas nos conocen y conocen nuestras preferencias. Tenemos también un bar de referencia en el que estamos a gusto, y no creo que fuera difícil establecer lazos más fuertes en el pueblo.
El pueblo cuenta con bastante espacio público: parques, la casa de la cultura, plazas e instalaciones deportivas. Pero el grueso del espacio son los caminos que hay en los alrededores del pueblo, que son muy utilizados por la población. No es tan fácil usar los espacios de titularidad municipal, pues los horarios no están muy claros, las actividades no se publicitan mucho… Los vecinos suelen hacer uso de estos espacios, aunque no hay mucha iniciativa vecinal, sino que es el ayuntamiento el que promueve las actividades, dirigidas principalmente a niños y jóvenes. Yo intento participar en todas las actividades que me interesan y uso intensivamente las instalaciones y servicios municipales.
Aunque no llevamos mucho tiempo en la zona, sí que nos han dicho que ha habido cambios recientemente: familias que se han venido de Madrid a vivir, lo que ha hecho que suban los precios, sobre todo del alquiler. El entorno rural no está muy cuidado ni señalizado, pero no ha ido a peor ni está muy afectado por actividades agrarias: hay agricultura y ganadería, pero no hay grandes explotaciones. Si sigue la tendencia, la vida será más difícil para los jóvenes que viven allí pero trabajan en otro sitio, al subir el precio del alquiler por la llegada de más familias que huyen de Madrid.
En lo referente a los efectos del cambio climático, me da miedo que los episodios de vientos fuertes se intensifiquen, así como las tormentas eléctricas. Sin embargo, lo más preocupante podría ser el incremento de temperaturas (se alcanzan cuarenta grados con frecuencia, sin que las casas estén adecuadas) y la escasez de agua. Aquí no se da mucha importancia al entorno y su cuidado por parte de los vecinos ni los partidos políticos con representación en el ayuntamiento. Por ejemplo, hay poquísima información acerca del punto limpio local: está mal señalizado, no está claro cuándo abre… No sé de ninguna iniciativa institucional destinada a paliar los efectos del cambio climático, y como mínimo deberían prepararse mejor para las emergencias meteorológicas, y mejorar las conexiones de transporte público. Es verdad que la cercanía al campo puede favorecer el acceso a recursos y el consumo de productos de cercanía. Por mi parte, estaría dispuesta a renunciar casi por completo al uso del coche y a consumir más productos locales, además de participar en iniciativas ciudadanas del tipo que fuera.
La ilustración es de Adara Sánchez Anguiano.